⚜ 08 ⚜

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La madre de Jungkook, su hermana y el joven iban de camino al castillo montados en el carro que tiraba Gureum. Estaban ansiosos por llegar y ver si Kwon había dado con la bestia. Jungkook no dejaba a un lado el rostro lleno de preocupación, y su madre podía notárselo en la cara, pues le conocía hasta metido en un saco.

Tan solo habían pasado unas horas desde que Jungkook salió del castillo, que le parecía mentira haber estado pensando todo el tiempo en la bestia. No solo pensaba en cómo estaría, sino también en su compañía y en la manera tan estúpida que últimamente le hacía reír por cualquier cosa. Aferrado a su bolso, el que contenía el espejo mágico, lo abrazó queriendo llegar lo antes posible. Solo se le pasó una idea por su mente; sacando el espejo a medio camino.

—Quiero ver a la Bestia —mencionó hacia el espejo, viéndose reflejado en un primer momento en el cristal.

No tardó mucho en aparecer la bestia en él, sin embargo, se encontraba cohibido en su habitación. Estaba contemplando la flor escarlata y los pocos pétalos que le quedaban. Pensativo en cómo había sido capaz de no lograr deshacer el hechizo, si ni siquiera servía para enamorarse. Si solo era él capaz de notar y sentir la conexión que tenía con aquel muchacho de la aldea. Al mismo tiempo, Taehyung no dejaba de pensar en Jungkook y en los momentos que habían tenido, viendo así su evolución con el paso de los días.

Su madre y su hermana se quedaron anonadadas al ver cómo el espejo estaba encantado. Si bien pudieron oír a Jungkook en el momento en el que mostraron a la bestia en la plaza de la aldea, no pudieron contemplarlo como los demás. De verdad Jungkook se había movido esos días atrás entre magia. Ahora podían apreciarla con sus propios ojos.

Mientras Gureum llegaba al sendero que daba al castillo, donde comenzaba a nevar aunque fuese pleno junio, no podían apartar los ojos del espejo que mostraba a la bestia.

—Jungkook...

—Madre, él no es lo que parece —justificó antes de dejar decir más a su madre.

—Hijo, esa bestia me encerró en su torre.

—Esa noche sus sirvientes me liberaron. Dormí en una habitación de ensueño. He tenido banquetes de comida hasta reventar, he leído al menos veinte libros desde que estoy allí, me ha dado ropa extremadamente cara, me ha dado todo... lo que tenía.

—Te ha encantado. Esa bestia te ha encantado o hipnotizado —dijo al mismo tiempo que manos acunaban sus mejillas para hacerle mirar de frente y fijarse en sus ojos.

Los ojos de Jungkook eran los mismos de siempre, no tenía nada nuevo, ningún brillo especial, salvo por estar hablando de Taehyung, la bestia.

—¡No estoy encantado! Él no me ha hecho nada.

—Claro, y lo dirás porque él te ha dicho que digas que no —aportó su hermana.

—No, no es así. Estáis equivocadas. Las dos.

—Eh, que en el fondo yo te creo —corrigió la chica.

—No lo parece —respondió Jungkook.

Solo le faltó decir que había sido feliz, pero no lo iba a pronunciar. No se veía capaz de verbalizar un sentimiento que le había nacido en aquel castillo junto a aquel hombre bajo la apariencia de una bestia.

—Es que... es difícil de creer, cielo —dijo la madre.

—Ya, pero es así. Hemos pasado mucho tiempo juntos.

—¿Le has conocido? —inquirió la hermana.

—Más de lo que me esperaba.

—¿No tuviste miedo? —preguntó la madre—. Porque yo lo tuve y mucho.

La flor escarlata ✧ TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora