Pov Christian.
Viernes.
Bueno, Kate cumplió lo que dijo, desde el martes que nos encontró basándonos en el estacionamiento de la escuela, ha tenido a Ana alejada de mí, para que no me haga soltar la lengua de adonde vamos.
Los golpes de mi espalda y piernas ya están mejor, pero aún tengo las marcas, creo que desaparecerán en una semana más.
He aprovechado el tiempo que Kate nos ha mantenido separados, y le he comprado un regalo a Ana que espero le guste. Ha estado algo molesta en estos días porque la rubia ha estado en medio de nosotros todo el tiempo.
─¿Ya llegamos?─ pregunta una ansiosa Ana.
Estamos en el auto con su papá al volante, mientras vamos al aeropuerto, ella tiene los ojos vendados por lo que no sabe adonde nos estamos dirigiendo.
─Falta mucho, así que relájate─ le dice Kate, a lo que Ana bufa.
Seguimos el recorrido en silencio mientras Ana juega con sus dedos nerviosa.
─Vamos─ dice el señor Steele cuando estaciona el auto.
─¿Llegamos?─ pregunta Ana de nuevo, y la cargó en brazos para bajarla.
─Más o menos─ le digo y la dejo en el piso.
Su papá se acerca y le quita la venda de los ojos, le toma unos minutos acostumbrarse a la luz y cuando lo hace parece aún más confundida.
─¿Nos vamos de viaje?─ pregunta Ana con confusión.
─Ustedes lo harán─ contesta su padre y hasta yo estoy confundido, pero Kate no─ nos vemos el domingo por la noche cariño─ le dice abrazando a su hija.
─Cuidalas Grey─ me dice el señor Steel, a lo que yo asiento
Subimos al jet, y una vez en nuestros asientos nos dicen que abrochemos nuestros cinturones para despegar.
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Todo el vuelo lo pasamos esquivando las preguntas de Ana de a dónde vamos, luego de casi cuatro horas estamos aterrizando en nuestro destino.
─¿Y bien?─ pregunta una cansada Ana cuando bajamos del jet.
─Estamos en Miami, mi papá tiene una casa en la playa, y pasaremos tu cumpleaños ahí─ contesta Kate.
─¿De verdad?, ¿solo nosotros tres?─ pregunta una sorprendida Ana, mientras subimos a los autos que nos esperan.
─Si, y todo el escuadrón de escoltas de tu padre, y el mio─ dice Kate.
─Me parece increíble que nos dejaran venir solos─ dice Ana sorprendida mirando por la ventana.
─¿Habían venido antes?─ pregunta con curiosidad Kate.
─Yo no─ dice Ana.
─Una vez de vacaciones─ contesto.
─Genial, mañana le mostraremos Miami a Ana─ dijo Kate─ esta noche nos relajaremos en la piscina de la casa─ nos dice su plan.
─Apoyo la idea─ digo, y en verdad lo necesitamos después de tantas horas de viaje.
─Yo igual─dice Ana sin quitar la mirada de la ventana.
Luego de casi media hora de camino, llegamos a una espectacular casa en la playa.
─La casa de tu papá es fabulosa─ dice Ana mientras bajamos.
─Si, es la que más me gusta─ dice Kate─ entremos muero de hambre─ dice, mientras caminamos hacia el interior.
Kate nos presenta a una señora de quizás unos cuarenta años, llamada Flor, es una señora muy amable, nos dice que nos tendrá la merienda en unos minutos en la terraza.