-¿Entonces una película?
-¿Y comida?
-Mucha comida.
-¿BBQ?
-Si la traes tú, no hay ningún problema.
-Me encargare de la comida mejor, tu encárgate de la película. Pero asegúrate que no sea una romántica…
-Pensé que ya me conocías Avriel. –le oí reír por el teléfono luego de decirle eso.
-Lo siento nena, a veces olvido que no eres como las demás.
-Claro que no soy como tus demás noviecitas. Románticas y escuálidas.
-Eres mi chica ruda.
-¿Nos quedaremos hablando por teléfono toda la mañana? ¿O nos ocuparemos de las películas y la comida?
-Está bien, está bien.
-A las cuatro estaré allí.
-Te espero, nena.
Corte el teléfono lanzándolo a algún lugar de mi cama.
¿Una inocente película en la casa de mi novio? ¿Los dos solos? Dios sabe que eso nunca termina bien, ¿o sí?
Me dirigí al baño a darme una ducha. Me vestí rápidamente, un poco de maquillaje y tome mi abrigo para salir en busca de una cuantas películas para la tarde.
***
Toque el timbre y casi al instante aparecieron una brillantes ojos verdes al abrirse la puerta con ligero ruidito metálico.
-He traído dos de terror y una de acción. –solté levantando la bolsa que traía conmigo a la altura de nuestros ojos.
-Terror –dijo con un tonito algo extraño. Quito la bolsa de mis manos y se hizo a un lado para dejarme entrar en su cálido apartamento. En las calles de los Ángeles no había un lugar que la lluvia dejara seco. -¿Estas muy mojada?
Pregunto con su grave voz, después de dar dos pasos al interior de su sala.
-Algo –dije apartando mi pelo pegado a mi frente. –Estaré bien si no pesco un resfriado.
Avi me examino con sus ojos por un momento. Dejo las películas sobre la mesa de café y desapareció por el pasillo en dirección a quien sabe dónde.
A los minutos volvió cargando una playera y un polerón, ambos suyos.
-Toma, ve a cambiarte antes de que te de una pulmonía. –le mire un segundo y tome la ropa. –Ya sabes dónde está el baño.
Me encamine hacia el baño con su ropa entre mis brazos.
***
Deje mi ropa húmeda en el cuarto de lavado y salí hacia la sala. Para mi sorpresa estaba vacía, ni rastro de Avi, mi bolso o las películas.
-¿Avi? –le llame haciendo que mi voz resonara en las paredes de la habitación.
-¡Estoy aquí! –su voz sonó desde el lado opuesto del apartamento.
-¿Dónde?
-¡Aquí!
Seguí su voz, cruzando la sala y llegando al corto pasillo del extremo izquierdo. Habían tres puertas y solo había una un poco abierta por donde se filtraba un poco de luz.
-¿Avi?
La puerta se abrió de golpe haciéndome saltar.
-Carajo Avi.
-¿Te he asustado? –le fulmine con la mirada pasando por su lado y entrando en la habitación. –Prepare todo mientras estabas en el baño, solo falta escoger la película.
-¿No la has escogido ya? –Avi negó cerrando por un instante sus ojos al mismo tiempo que se sentaba al borde del sofá.
Estábamos en su sala de música, había unas cuantas guitarras por aquí y allá, un pequeño estudio totalmente equipado, una pantalla de televisión tamaño familiar y dos sofás negros. Adornada con suaves alfombras, unos cuantos cuadros y otro par de chucherías más.
-Toma – dije pasándole la segunda película que había escogido personalmente para que viéramos. Ouija.
Avi coloco la película en cuestión de segundos y nos acomodamos en la alfombra con mucho cojines a nuestro alrededor.
La película comenzó. Sinceramente yo estaba más pendiente de lo que Avi hacia que delo que sucedía en la película. Él tenía sus ojos pegados a la pantalla mientras yo le miraba a él.
Me acerque despacio, depositando un corto beso en su mejilla, el cual no surtió ningún efecto. Lo intente otra vez, y otra vez. Ya en el quinto intento me rendí y decidí poner atención a la película.
No pasaron dos segundos de que yo comenzaba a entender la trama de la bendita película, cuando unos suaves labios depositaron un beso en mi cuello.
De inmediato le miré, descubriendo lo cerca que estaba de mí.
Nuestros ojos se encontraron.
Su mirada invitaba a demasiadas cosas en ese momento, pero acepte la primera cosa. Besarlo.
Nuestros labios se juntaron en un suave beso, sus labios se movían despacio. Como queriendo saborear cada milímetro de los míos.
Sus labios inquietos comenzaron a apresurar el beso, obligando a despegarme de ellos por un segundo para poder aspirar un poco de oxígeno.
Una pequeña tregua de un segundo para atrapar mi boca con aún más fiereza que antes.
Despacio sus labios se despegaron de los míos, bajando hasta mi cuello. Primero despacio, podía oír su pesada respiración, mientras sentía sus labios recorrer mi cuello de lado a lado. Sus dedos se enredaron en mi cabello tirando levemente de ellos.
¿La película? Hace varios minutos que ya ni siquiera la oía, mi atención se había centrado en otra cosa.
Sus labios volvieron a los míos, mordiéndolos una y otra vez. Mis manos se aferraban a su cuello.
Lentamente, entre beso y beso, Avi comenzó a inclinarse hacia delante, recostándome en la alfombra.
Cruzamos una corta mirada, por espacio de solo segundos, pero esta vez no fue él quien me beso. Tome su cara entre mis manos y lo besé con algo de desesperación. Atrayéndolo hacia mí, cosa que él no resistió.
Apoyo una de sus manos sobre el suelo, para no caer sobre mí y la otra, su otra mano comenzaba a deslizarse lentamente por mi cintura, pasando por mis caderas, rozando mis muslos y volviendo otra vez a mi cintura. Sentí su mano bajar de nuevo en el mismo instante que su boca bajaba a mi cuello. Con la diferencia que detuvo su mano justo en mis caderas.
Sus besos habían bloqueado cualquier indicio de vida inteligente en mi cerebro, solo podía sentir ese cosquilleo recorrer mi cuerpo.
Di un respingo al sentir su mano avanzar en dirección horizontal, no en vertical. Despacio sus dedos fueron construyéndose un camino hasta la parte interior de mis muslos, dejando suaves caricias que me hacían temblar.
Se detuvo.
Avi clavo sus ojos en los míos, sonriéndome de una forma que no sabría describir exactamente hasta el momento en que mordió su labio inferior.
Su mano se puso en movimiento otra vez, haciendo mi respiración entrecortarse más.
Él no apartaba su mirada de mí, hasta que lo hizo.
Gemí al sentir su mano presionar con algo de fuerza justo allí.