Cap 5: Práctica

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Daniel

Muerdo mi manzana de color rojo en el comedor de la escuela, mientras veo a Tintín comer pizza mientras lee, pero teniendo cuidado de no manchar el libro de grasa.

— ¿Que lees? —decido preguntar, ya que este es otro libro.

— Heist —me dice sin despegar sus ojos del libro.

— Me gusta cuando lees —y es en ese momento cuando él me mira un poco confundido.

— ¿Por qué?

— Por tu cara, es decir, cuando te enojas y cierras el libro para no tirarlo a la pared, cuando te pones feliz y te pones a saltar como un niño chiquito, cuando te provoca gritarles para ver si dejan lo pendejos, y así. —vuelvo a morder mi manzana viéndolo pestañear varías veces, me imagino que aún sigue procesando todo lo que dije, lo cual hace que me ría de él.

wow, eres el primero en decirme eso ¿Gracias?

— Supongo.

Él sigue leyendo, y yo comiendo mi manzana después de haberme comido el sándwich, que por cierto, estaba rico.

Veo a Gabriela pasar a la cafetería, por lo que veo escogió un taco, y ahora se va, me imagino que va a ir a las gradas o que se yo, dirijo mis ojos a dónde está sentado Emilio, y lo veo conversando con algunos chicos y algunas chicas, por lo que veo no le importa tanto Gabriela, pero bueno, quién soy yo para opinar.

Veo que se me acerca un chico de ojos verdes, alto, castaño, moreno, con una manga larga vinotinto de algodón, unos pantalones azules, con sus manos dentro de los bolsillos delanteros, dándole un aire diferente, como una mezcla de un chico tranquilo e inteligente, pero al mismo tiempo con aire de peligro.

— Hola, soy Max, el profesor Clark me pidió que te dijera que mañana empiezan las prácticas de básquet, después de clases, que no te había notificado antes porque estaba muy ocupado, que te ve mañana Daniel. Adiós —se voltea sin siquiera esperar a que diga algo, solo se va.

— ¿Quien es Max? —le pregunto a Tintín que sigue leyendo.

— Un jugador de fútbol, es bueno, e inteligente, pero hay muchos rumores de él. Pero me alegro que ya estés en el equipo de básquet.

— Gracias.

~+~

Y aquí me encuentro, en la puerta de la cancha de basquetbol.

A mí desde pequeño me gustaba el básquet, mi papá me enseñó, y mamá jugaba con nosotros aunque no supiera jugar bien.

Y cuando entre en esta secundaria, el director me preguntó que si quería jugar, ya que él sabía que era bueno gracias a mi expediente, jugué ese día, y me encontré con la mirada hipnotizante de Gabriela.

— ¿Vas a entrar o te vas a quedar ahí? —me volteo rápidamente y puedo ver a Max.

— Si, pero no se, es como si no pudiera entrar —le digo con un poco de nerviosismo, porque no es que no me guste, me gusta el basquetbol, el problema son los recuerdos.

— Si te da miedo, no entres, pero recuerda: no hay peor desgracia, que no saber que hubiera pasado, si lo hubieras intentado. —y al decir esas palabras (que fueron muy sabias), entra a la cancha.

Doy un suspiro y me digo a mi mismo que yo puedo, que no dejemos a los recuerdos ganar.

Doy otro suspiro y entro a la cancha, el profesor me pide que me cambié, y que me ponga el uniforme, voy a los vestidores y hago lo que pide, me dirijo de nuevo a la cancha y empezamos a jugar.

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