"LA GUERRA CAMBIÓ MI VIDA"

Si así es vivir... no lo quiero

La noticia de que debía ir a la guerra me abrumo y a la misma vez me sorprendió. Estaba en mi casa, y una carta llegó a la puerta. Pude notar como una lágrima se resbalaba de la mejilla de mi madre cuando la leyó. Era el único hombre en la familia y tenía que dejar sola a mí madre para luchar por el país.

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—¡Soldado Jin! Si se sigue comportando así recibirá un castigo más duro que la otra vez —Habló, mi capitán con su fuerte voz y una sonrisa maliciosa.
Esa fue una de las primeras impresiones que tuve de él, me parecía alguien que disfrutaba del dolor de las otras personas.

Nunca fui alguien muy obediente, cosa que complicó las cosas con el capitán Cedric.

Mi amada llamada Amelia, casi todos los dias pensaba en ella «¿Cómo estará? ¿Ella se preocupara por mi?» Las cartas de ella casi nunca llegaban.

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En las trincheras conseguí un amigo, Riley... poco tiempo después murió por pisar "la tierra de nadie", ese chico estaba loco.
Su muerte se sintió como un vacío, como mi corazón se volvía una bola de papel y se arrugaba.

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Pasaban las semanas y mis piernas no resistían, me sentía cansado físicamente y mentalmente. Había días en los que no podía dormir, sentía punsadas, imaginaba a Amelia y a mi madre muertas, y escuchaba murmullos. Esas cosas me atormentaban.

Escribir cartas que nunca enviaba era la única forma de quitar mi aburrimiento.

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Al finalizar la guerra, llegué a mi pueblo, el cuál estaba destruido.
Fui caminando, mientras veía las casas destruidas, algunas personas sollozaban, otras sacaban de sus hogares algunas pertenencias u otros solamente conversaba entre si.
Al llegar a mi casa vi a mi madre, la cual me esperaba con una sonrisa, vestía su habitual falda de color morado.

Lo que me entristecio fue lo que me dijo, "estoy enferma, hijo... pero te daré todo el amor que necesites".

Al poco tiempo ella murió y yo aún no sabia nada de Amelia.

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No quería moverme de mi cama, me sentía cansado aún que no hacía nada en todo el día... creo que era una tortura.

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Pasarón los meses, me dirigí a la cocina arrastrando mis pies por el frío suelo. Agarre un cuchillo y lo afile. Si así es vivir...no lo quiero, pensé antes de acercar la punta afilada del cuchillo a mi cuello.

La cocina se mancho de mi sangre, roja y caliente.

La pesadilla habia acabado...

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Considero que la guerra es un tema serio, en el cual nunca he estado y espero nunca estar metida, así que si me equivoco en algo, pido perdón.