Capítulo 1

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Eran las cuatro de la mañana, yo había despertado de imprevisto y no me había cerciorado de si quería asistir a mi nueva escuela.
Me desperte y lo único que vi era una infinita oscuridad, sin ni una luz que la penetre, más que el incomparable brillo de la luna y las estrellas. Fuí a la cocina por un vaso de leche para volver a dormir, y me encontre con que no había electricidad para calentarla, así que regrese a mi habitación y me acosté.
No podía volver a dormir, algo pasaba por mi cabeza pero la verdad es que ni yo sabía que era ese algo, así que solo lo dejé y me quede ahí, acurrucada en cama con la esperanza de caer en un profundo mar de sueños.
Llegaron las cinco de la mañana y yo seguía sin poder dormir, estaba frustrada, así que agarré mi libro favorito, un libro viejo y roto que había leído como quinientas veces, y me puse a leerlo, talvez así me llegaría el sueño.
Seis de la mañana, me dí cuenta que mi esfuerzo por dormir era realmente inútil, así que me acosté en cama a reflexionar, y sin que yo me diera cuenta caí dormida.
Mi alarma no sonó, o bien, yo no la había escuchado. Tenía que llegar a la escuela a las ocho y yo desperté a las siete treinta, estaba conciente que ya era tarde, así que me duché lo más rápido que pude, me vestí, aliste un cuaderno y salí corriendo. Increíblemente llegue con cinco minutos de anticipación. Fuí directo donde estaba el pizarrón de notas a averiguar donde se encontraba mi aula.
"Piso 2, aula 14." Llegué al aula 15, entré y de repente todas las miradas me apuntaban, con voz temblorosa pregunté: - Es...esta es el aula d...de primero de secundaria? - la maestra, que se cercioró de mi timidez se me acercó y me dijo: - Pasa - parecía amigable.
Habían como treinta personas en el aula, más chicas que chicos.
La profesora me presentó diciendo:
- Bueno estudiantes, acá tenemos una nueva compañera - dirigió su mirada hacia mí y con una sonrisa me dijo: - Preséntate con el grupo. -
Genial, buen momento para entrar en pánico, empezaron a temblar mis labios pero alcancé a hablar: - Mi...mi nombre es Zoe Fontaine, soy de Nueva Zelanda, pero mis padres son franceses, y tengo 14 años. -
Todos me miraban con curiosidad, sobre todo el chico del tercer asiento que estaba en frente mío.
La maestra me dijo que me sentara en cualquiera de los asientos vacíos , que eran como seis. Decidí sentarme en el segundo asiento de la fila del medio, y pude notar que el chico que me miraba curioso sonrió, y traté de evitar sonrojarme.

Toda la clase pude sentir su mirada clavada fijamente en mi, pero yo avergonzada traté de no mirarlo, talvez tenía miedo de conectarme a su mirada, o que, si tuviera novia, me hiciera un gran problema, así que solo decidí aparentar que no sabía que me miraba.

Y así fue pasando el tiempo, yo seguía sin querer mirarlo. Era bastante insegura.

Un día, el profesor de literatura nos dijo que iba a dividir a los 50 alumnos de mi clase en 10 grupos de 5 personas, y a cada grupo le daría un libro determinado para leer, y este tenía que ser defendido el mes siguiente. Ese momento lo único que pasaba por mi cabeza era: "ojalá no me toque con él en el mismo grupo".
El profesor nos dividió aleatoriamente. Anotó los apellidos en su cuaderno, uno negro, viejo y roto que parecía del siglo pasado. Cuando fue llamando para formar los grupos, yo me moría de miedo, ¿qué pasaba si me tocaba con alguien a quién no le agradara? O peor, ¿qué hacía si me tocaba con él?
Cuando llamó mi apellido, nombró los siguientes nombres:

- Fontaine, Zoe
- Williams, Avril
- James, Charlotte
- Blake, Gabe
Y para mi mala suerte, estaba él.
- Britt, Jared.

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⏰ Última actualización: May 12, 2015 ⏰

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