Salva una vida.

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n/a: ! la depresión y el suicidio se toca muchísimo en este os, así que recomiendo no leer si es un problema.

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El fin de la Guerra no fue feliz, solo tenía diferentes niveles de tristeza en la vida de los involucrados, de todos aquellos que había perdido a un ser querido, que habían perdido todo, que habían estado en el momento equivocado en el lugar equivocado. Que cometieron errores, que se vieron obligados a hacer cosas que no querían, que eran chivos expiatorios.

Y luego estaba Harry, que debería estar muerto. Harry, que la alegría por haber derrotado a Voldemort había durado muy poco. Harry, que pasaba sus días ayudando a reconstruir lo que era su hogar desde los once años y pasaba sus noches mirando el techo de su habitación y preguntándose por qué.

Harry, que era el reconocido héroe del mundo mágico. Harry, que era amado y odiado por igual. Harry, que tiene que encargarse de limpiar desastres que nadie más quiere limpiar. Harry, que solo quiere que las cosas sean justas por una vez.

Harry, que se enamoró de ojos grises cansados. Harry, que encontró luz en el infierno. Harry, que se propuso a salvar la llama que ardía en medio del invierno.

Harry, que, muchos años más tarde, logró entender que el amor mejora vidas.

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Tardó una semana en enterarse que estaba en Azkaban. Y no por rumores, o aurores que se enorgullecían de ello, no.

Había una persona arrodillada frente a él en el momento que abrió la puerta de su casa cuando escuchó que llamaban. Era de noche, y Harry había hablado con McGonagall y terminó por hacer la Casa de los Gritos su casa, por el momento.

("Por el momento" es lo que le dijo a McGonagall, pero por la mirada que ella tenía cuando le dijo que no había problema, sabía que no era temporal.)

No muchos se acercaban a su casa, sin importar qué tan querido fuera. Harry es el primero que sabe que una historia seguirá en los corazones de la gente hasta que mueran, y la historia que envolvía la Casa de los Gritos era suficientemente aterradora para mantener alejado hasta al más porfiado.

No estaba nada más que sospechoso cuando escuchó que llamaban a su puerta esa noche, pero la sospecha se deshizo rápidamente y se convirtió en sorpresa cuando vio quién llamaba, y la posición en la que estaba.

Narcissa Malfoy era una mujer hermosa y serena. Y había ayudado a Harry, mintiéndole en la cara a Voldemort y a un buen séquito de sus seguidores. Y era una buena madre, porque si Harry decía que no, que su hijo no estaba a salvo, que no estaba vivo, Harry no hubiese salido con vida de allí.

O tal vez sí, pero ya hubiese sido demasiado tarde.

Harry la respetaba por eso. Por buena madre.

Habían quienes decían que el mundo mágico le debía una gran deuda a Harry por lo que hizo.

Harry estaba en deuda por lo que Narcissa Malfoy hizo.

—¿Señora Malfoy?— preguntó, inseguro, mientras se movía para ayudarla a levantarla, porque le recordaba a la posición de los perros de Voldemort, y Harry no quería a nadie arrodillado delante de él de esa manera tan... degradante.

—Por favor— susurró la mujer, y cuando Harry estuvo a su nivel, cuando vio los ojos azules inundados y las lágrimas cayendo por las pálidas mejillas, no pudo evitar que un suspiro se atorase en sus pulmones, porque tenía una idea de lo que diría—. Por favor, tienes que sacarlo de allí...

Salva una vida [Drarry]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora