Acto sexual dos, parte dos:

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Sabia qué era lo que Hubert deseaba. Mi niño lindo me miraba con sus enormes ojos azules a través de sus lindas gafas con un hermoso amor y apetito. Hubert empezó a hacer un contoneo con sus caderas. Acto seguido empezó lentamente a juntar y a acariciar sus piececitos unos con otros. Como siempre mi adolescente tan adorable y sensual...

Sentí una enorme lujuria. Necesitaba otra vez sentir conexión carnal con mi tierno y sabio alumno.

- Necesito que alguien colme mi alma de felicidad y placer para conseguir mejores resultados en esta escuela tan maravillosa. - me empezó a decir.

Yo en seguida puse mi mano sobre su suave pelo y lo empecé a acariciar con mucho mimo... Mi geniecito era tan tierno, olía tan bien....era... increíble.

- Te amo profesor.- me dijo Hubert.

Acto seguido se quitó de la cama y se puso de rodillas sobre el suelo, enfrentándose a mí. Él cogió y se metió un dedo en la boca, empezando a chupetearselo mientras miraba con deseo mi entrepierna.

Yo dejé que mi chico se expresará libremente antes de pasar a la acción. Me gustaba contemplar lo hermoso que era, como expresaba lo que su corazón sentía. Mi chico estaba experimentando mucha energía vital y quería dejarla salir a través del acto sexual.

- ¿Sabes profesor? Mi camino hacia la sabiduría solo puede empezar probando su preciado manjar de oro blanco infundado de vida.- me dijo.

Mi chico movía su entrepierna pidiendo contacto físico. Su generador de placer estaba tenso, como un perro hambriento en busca de alimentos.

Yo en seguida me bajé de mi silla e impulsivamente comencé a besarlo. Sentía como su lengua y la mía se fundían en un mar de saliva. Su hermoso proveedor de alimentos estaba muy calentito. Como era ya algo propio de mi geniecito, el comenzó a gimotear casi como un perrito llorando.

Le puse mis manos sobre sus hermosas colinas y como apenas podía sentir la suave y excitante sensación de tratar con mimo su cuerpo a causa de que este estaba escondido tras su vestiduras,

cogí en brazos con mucho mimo y deseo y lo tiré a la cama para empezar a desnudarlo. Comencé a desabrocharle el cinturón, mi alumno me miraba entusiasmado. Poco a poco fui abriéndole la bragueta del pantalón. Hubert respiraba intesamente mientras movía levemente su torso.

- Deseo ser alimentando por tú viril y amoroso jugo de vida.- me dijo Hubert.

A mí lindo chico Hubert le encantaba el sexo oral así que no me vine con rodeos, le bajé del todo los pantalones (sin llegar a quitárselos), me puse encima de él de rodillas y comencé a bailar sensualmente acercándole a su rostro el máximo tiempo posible mi hermoso generador de amor corporal.

A Hubert le empezaba a rodear un fuero intenso. El cuerpo de mi chico decidió maquillarse los mofletes. Hubert mostraba cada vez mejor la pureza y el amor que albergaba en su interior. Sus ojos enormes y despiertos frente a la vida se dilataban. El agujero negro que tenía en su miraba comenzaba a absorber toda la información que podía.

Hubert puso uno de sus dedos en la boca.

- Mi boca es una bonita habitación dispuesta a acoger todo tu amorso órgano dador de vida.- me dijo Hubert llenado de saliva todo su dedo.

Yo comencé a bajarme los calzoncillos sin dejar de bailotear. Hubert mientras tanto iba restregando su dedito por su labio inferior mientras movía su cintura y restregaba sus piececitos.

En cuanto tuve mi miembro al descubierto, me acerqué lentamente a su cara. Él, con mucho entusiasmo formó una o con su linda boca.

Yo introduje con cariño en el hogar que me ofrecía mi novio, mi manifestación del amor que me tenía mi cuerpo.

Hubert empezó a hacer un travieso baile con su lengua. Él comenzó a mover lentamente su lengua, restregandola por mi órgano sexual. En nada Hubert se puso de rodillas y yo también.

Mi geniecito era tan bonito... Me miraba profundamente con sus enormes ojos azules, con una expresión super inocentona y juguetona a la par que gemía muy agudo, como una chica. Me empecé a relajar mucho conforme iba sintiendo crecer mi fuero interno. Comencé a escuchar los latidos del corazón tanto mío cómo el de Hubert. Mientras la traviesa lengua de mi amorcito iba paseándose con suavidad y sensualidad por mi órgano consagrado por San Priapo, empecé a notar mucho amor y paz. Estábamos los dos sintiendo una gran conexión en una tranquila habitación donde el sol comenzaba a abrigar nuestros desnudos cuerpos. Hubert dejó por un momento de saborear mi carne. Él puso una mano en mi miembro mientras se quedaba mirándolo por unos segundos. Su barbilla se había llenado de líquido preseminal. Yo solo deseaba que se manchara de mi néctar de carácter blanquecino.

- ¿Estás cansado Hubert?- me pregunté.

Mi chico me miró y acto seguido empezó a moverse sensualmente mientras me decía entre risitas:

- Solo disfruto de mis alimentos con prudencia. Intento saborearlos el máximo tiempo posible.

SAPIOPHILIA (R-18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora