Draken acarició los cabellos de Mikey, quien dormía tranquilamente en el lado izquierdo de la cama, su lado. El mayor tomó una de sus manos con la suya y besó su dorso.
La mano que acariciaba su cabello de deslizó hasta su mejilla, quería grabar con fuego cada parte de él. Sus ojos estaban agotados porque había llorado la última hora sin descanso, pero no podía dormir, el miedo a que todo fuera un sueño y que al despertar, se encontrara solo en la cama.
—Dos años se sintieron como mil. —susurró, pasando el pulgar por las ojeras de Mikey. —¿Por qué tardaste tanto en volver, estúpido? Sabiendo cuánto te amo...
Los ojos negros se abrieron, dándole la bienvenida a sus anhelos. —Dos años. —repitió el rubio con voz pastosa. Draken sonrió con tristeza.
—Los peores dos años de mi vida.
—Morí.
—Y ahora estás aquí.
—¿Por qué?
—No lo sé. —negó. —Pero no importa. — aseguró, las cejas rubias se fruncieron, y Draken se sintió feliz de poder ver cualquier expresión en el rostro de su amado.
—Draken, ¿por qué estoy vivo? ¿Qué hiciste?
—¿Qué podría haber hecho? —preguntó en cambio, sacudió la cabeza. —Eso no importa, Mikey, estás aquí, no importa cómo.
El menor no contestó, dejó que Draken se acostara a su lado y lo cobijara entre sus brazos. El azabache detalló el perfil de su esposo y sintió como cada tristeza de su alma se evaporaba como el agua hirviente. Incluso parpadear comenzaba a representar una amenaza para ese momento tan especial. ¿Cuánto tardaría en despertar de ese hermoso sueño?
—¿No dormirás?
—No, me quedaré despierto toda la noche. —lo tomó de las mejillas y lo hizo verlo, los ojos de Mikey se veían tan bonitos como siempre. —Así, cuando salga el sol, sabré que no estoy soñando.
El menor lo observó unos minutos en silencio, Draken sabía que estaría igual o más desconcertado que él, pero la felicidad no daba cabida para ningún sentimiento angustiante, de eso ya se encargaría mañana.
—¿De verdad pasaron dos años?
Ken sonrió envolviéndolo en un abrazo. —No recordaba que podía ser así de feliz.
Mikey se estiró y acarició el rostro ajeno con dulzura. —Te ves horrible.
Draken parpadeó sorprendido y rio alegre. —Supongo que sí.
—Debes dormir.
—Estoy bien, cariño. ¿Tienes sueño? Te abrazaré mientras duermes. —prometió, tragando saliva para disimular las fuertes emociones que iban y venían dentro de él. —Sólo asegúrate de despertar mañana también, ¿de acuerdo?
Mikey insistió en que su esposo durmiera con él hasta que Ken aceptó, sin embargo, y aunque realmente intentó hacerlo, Draken no pudo conciliar el sueño, ni siquiera cuando el sol se asomó sutilmente por la ventana. Su teléfono sonó con la alarma que le recordaba que estaba vivo, el hombre se apresuró a apagarla, pero antes de poder dejar el aparato de vuelta en el buró, la misma fecha de siempre se burló una vez más de él.
Ese frio 22 de enero se cumplían dos años desde la muerte de Sano Manjiro, un Sano Manjiro que ahora lo observaba con sus ojos negros bien abiertos, expectantes, atentos a cualquiera de sus movimientos, por un momento, Draken sudó frio por el tono helado y vació que las perlas negras mostraban, pero rechazó la idea con rápidos parpadeos hasta que la dulce y joven cara de su esposo volvió a verse tan cansada como la noche anterior.
Draken sonrió en medio de un suspiro de alivio. —¿Cómo dormiste? ¿Sigues cansado? Puedes dormir un poco más si quieres.
Mikey negó lentamente,pero el mayor sonreía por el suave y soñoliento parpadeo de su bonito esposo. —¿Qué día es hoy?
—Sábado.
—¿No irás a trabajar?
—¿Cómo podría? —Draken buscó a tientas la mano de su esposo, sobresaltándose cuando sintió la piel desnuda tan fría como si hubiera pasado toda la noche afuera. —¿Tienes frio? Estás congelado.
El hombre se levantó de la cama y buscó apresurado en los cajones del armario hasta sacar un pantalón chándal y una sudadera que pertenecían a Mikey, dejó las prendas sobre la cama, al alcance del rubio. —¿Es... mi ropa?
—Por supuesto. —Draken volvió a girarse. —¿Quieres usar ropa interior también?
—Conservaste mi ropa...—Mikey acarició entre su índice y pulgar la suave tela de algodón, su expresión denotaba nostalgia pura. El mayor se acercó con un bóxer negro en las manos y se sentó en el colchón, observando los suaves movimientos de los dedos ajenos.
—Intenté deshacerme de ella, pero...—recordando sus días tormentosos que se habían convertido en semanas, meses y años,Draken sintió un nudo formándose en su garganta. —, no pude hacerlo, ni siquierapasaba de ponerla en las cajas, así que solo me rendí.
No esperó a que su esposo respondiera. Ken se apresuró a despojarlo de las sabanas y viendo el débil estado del menor, se encargó de vestirlo, como si fuera un muñeco gigante. Preocupado, se sentó tras él y lo arrulló entre sus brazos. Mikey formó una pequeña sonrisa. —¿Todavía no me olvidas?
—¿Eres idiota? —rio.—¿Cómo podría olvidarte? Nunca lo voy a hacer. —afirmó. —Nunca.
Mikey exhaló gustoso, acurrucándose más en el pecho de su pareja. —Pero estoy muerto...
—No lo estás. —Draken sonrió. —No estás muerto. Estás aquí, conmigo, respirando, hablando, y siendo justo como te recordaba. —tomó una mano pálida y fría, y entrelazó sus dedos con los de ella. —Con tus mismas manos, y tu mismo cabello. —besó con ternura la cabeza rubia y dejó que las pequeñas y tibias lagrimas mancharan sus mejillas. —Y la misma cara bonita de siempre, con tus preciosos ojos, tu pequeña nariz y esa boca dulce que desearía nunca se hubiera callado.
—¿Y si vuelvo a morir?
—No lo harás, no te dejaré ir de nuevo. —Draken lo tomó por los hombros y lo obligó a girar en su dirección para poder mirarlo a los ojos, las opacas perlas negras reflejaron su rostro determinado. —Te mantendré conmigo por siempre, lo prometo.
—¿Por siempre?
—Por siempre.
ESTÁS LEYENDO
El corazón de Draken
FanfictionTodos decían que él era el corazón de Mikey, pero cuando su gran amor murió, Draken descubrió que el verdadero corazón no era él. Ahora lo extrañaba como la Luna extrañaría a las estrellas si un día desaparecieran, sin embargo, la esperanza se encie...