Poesía 2: Amante de la luna

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Un día en que la calle oscurecía
La dama de la noche y las estrellas
Embebida estaba en un charco, ella
En el que el agua congelada ardía

Con la nocturna brisa quedó fría
Acerqué mis labios siguiendo a aquella
Destapando la luz de su centella
El amor que tenía y escondía

¿Por qué sorbí del néctar del pecado?
Ese oscuro perseguidor inmortal
Que dejó mi vil sueño inacabado

¿Si solo beberte no me hacía mal?
¿Por qué tú, me apartas de tu lado?
Desvela el fin con tu boca de cristal

Ensoñaciones del duende de Sevilla©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora