El anfitrión

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Esa noche el cielo lloró... Y mucho.
Las gotas asesinas como balas caían del cielo furiosas mojando a cualquiera a su paso, la tinta negra de la noche se extendía llenando en su totalidad cada estrella, solamente dejando vislumbrar a medias la luna llena que se mantenía firme entre las nubes grisáceas.

Estaba cansada de caminar, mí vestido nuevo se había desgarrado por las ramas de los árboles que se asomaban para dar un vistazo entre la gran arboleda, mis pies atrapados en los pequeños zapatos de princesa que me obligaban a usar en cada fiesta, se empezaban a asfixiar y a ponerse morados. Seguí caminando en busca de ayuda entre los grandes árboles inquietos por la gran tormenta, bailando al son de la lluvia.

Mí auto se había descompuesto camino a la fiesta y ahora tenía que buscar a alguien que me sacara de este embrollo, aún así, las posibilidades de encontrar a alguien en el bosque a la noche eran escasas. Para mí sorpresa, luego de un rato de caminar sin un destino claro, pude encontrar rastros de vida en ese lugar remoto.

Era una casona antigua, probablemente no hubiera gente, pero sorpresivamente había luz saliendo de las ventanas de ese lugar. Después de pensarlo un rato decidí tocar la puerta. Nadie contestó, pero pude apreciar que la puerta estaba entreabierta, decidí entrar, y si me llegaba a encontrar con alguien dentro, le explicaría la situación por la que estaba pasando, probablemente entendería.

Cuando entre a la casa, la habitación era muchísimo más grande de lo que esperaba, como si esa habitación no pudiera caber dentro de la casona en la que acababa de entrar. Las paredes estaban tapizadas de un rojo carmesí y había una gran mesa rectangular de roble en el centro. A los costados se veían escaleras que llevaban al segundo piso, y en el ambiente se olía que la cena había sido recientemente cocinada. Se escuchaba una canción vieja, muy vieja, la reconocí al instante, es una de mis canciones favoritas. Pude observar que la música provenía de un tocadiscos anticuado, todo en esa sala parecía haber salido de una época antigua. La música inundaba el salón, el piso de madera añejada rechinaba del dolor con cada paso que hacía. Encima de la mesa se lograba percibir un extravagante banquete, digno de la realeza. La comida servida en bandejas de plata liberaba un aroma delicioso, pero las sillas que rodeaban los platillos se encontraban vacías.

Luego de unos instantes quieta, decidí sentarme en una de las sillas con tapizado rojizo, no sabía realmente que hacer, solo me senté con el objetivo de sacarme ese horrible calzado.

Mientras luchaba contra los pequeños zapatitos, escucho delante mío hacia la derecha el rechinar de una puerta, y petrificada del miedo, logro ver a la persona que cruzaba el umbral.

Era un muchacho alto, pelo liso y castaño que le llegaba por debajo de los hombros. Llevaba un traje vetusto de color negro y rojo desteñido que combinaba con sus altas botas de cuero y sus guantes blancos y manchados. Su desaliñado cabello le tapaba la cara, pero su nariz luchaba contra el enmarañado pelo para salir a la luz. Lo que más me aterrorizó fue su gigantesca y llamativa sonrisa. Entre sus labios secos se exhibían una hilera afilada de dientes amarillentos que parecían cuchillos, y su gran sonrisa de oreja a oreja era de un tamaño humanamente imposible.

Con los brazos detrás de su espalda y un aire caballeroso, se dirigió a su silla situada en la punta de la mesa para dedicarse a disfrutar su cena. Pero luego de acomodarse y levantar el gran tenedor de plata, apuntó su mirada hacia mí, como si de un invitado esperado se tratase.

- No vas a comer? La carne se enfriará.
- Q-qué?
- El cielo está llorando, te has mojado con las lágrimas nocturnas?

El hombre parecía hablar en un idioma poético.

- Le quería pedir perdón por entrar a su casa, mí auto se averió y...
- Las explicaciones son innecesarias, el punto central de la velada es comer, la cena de esta noche tiene un sabor exquisito, el arrepentimiento de no comerlo sería devastador...
- S-señor, no le parece aterrador que una extraña esté comiendo en su casa?
- Por qué lo sería? Acaso no ves que soy el anfitrión de está cena? Eres mí invitada, gracias por asistir.

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⏰ Última actualización: May 25, 2022 ⏰

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