Capítulo 11:

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-¿Quieres?-preguntó Aiden a sus espaldas, interrumpiendo los pensamientos que atormentaban a Luca.

Con la mirada tormentosa perdida, el exagente observó al ladrón y negó con la cabeza ante su brazo extendido, con el cual sujetaba una bolsa de papas. Volviendo su vista al frente, el hombre de ojos tormentosos admiro la brillante ciudad bajo sus pies, desde el lustroso balcón que parecía no utilizarse desde hacía mucho.

-¿Crees que le moleste a Dorian?-volvió a hablar el chico cuyo cabello teñido era semejante a la nieve.

Buscaba algo de qué hablar. Al parecer, era igual que Camilla, ambos odiaban los silencios incómodos.

[No, Aiden no se parece en absoluto a Camilla… ella se fue para siempre, aceptalo de una maldita vez]

-Lo dudo, tiene cosas más importantes por las que preocuparse en estos momentos-contestó Luca llevando la colilla de su cigarrillo a sus labios e inhalando una larga bocanada.

El ladrón no dijo nada, se limitó a asentir en silencio, sin embargo no se marchó, tal como lo había imaginado Luca, Aiden camino sin emitir sonido hasta quedar a escasos de él y apoyando sus brazos sobre la barandilla de metal, reclinó su cuerpo relajado sobre estos, admirando la vista ante ellos.

-También estás preocupado por ella, no finjas lo contrario-susurro Aiden con la mirada oceánica clavada en el frente.

Luca entorno su rostro hacia él y lo observó durante unos segundos, antes de regalarle una pequeña sonrisa torcida la cual rebosaba de tristeza.

-Es verdad, pero no me preocupo como lo hace Dorian. Se que puede cuidarse, la he visto enfrentarse a monstruos atroces, ella no se doblega tan fácil-respondió Luca llevando nuevamente la colilla a sus labios para darle muerte al cigarrillo.

-Aun así, te preocupas y la echas de menos-agregó Aiden con una sonrisa bailando en sus labios.

-¿A qué quieres llegar?-contestó tajante Luca, dedicándo una mirada escéptica al ladrón.

El hombre de ojos oceánicos lo observó y no logró contener una risa profunda de medianoche, surgida desde el centro de su pecho.

-A nada, es solo que intento conocerte mejor-explicó el ladrón con una sonrisa risueña presente en sus labios.

-No hay nada que conocer-escupió con brusquedad Luca, intentando arrancar la hermosa sonrisa que bailaba en los labios del hombre frente a él.

Pero no lo consiguió, por el contrario, solo logró que Aidan girara su rostro y depositara su profunda mirada azul oceánica en él, dejándolo paralizando y cortando su respiración, como si de repente hubiera olvidado cómo pensar, hablar o incluso respirar.

-No lo creo, puedes mentirles a los demás, pero yo sé lo que esconden tus ojos-respondió Aiden con una sonrisa sensual bailando en sus labios.

Con la mirada gris tormenta clavada como puñales en el ladrón, Luca se aproximó medio paso e inclinó su rostro hacia adelante, dejando su nariz respingada a escasos centímetros del rostro de Aiden.
Estaban tan cerca que el exagente podía sentir su aroma a tabaco se mezclaba con el aliento a menta del hombre frente a él.

-Entonces dime ¿Cual es mi secreto?-ronroneo el hombre de los piercings, en un nuevo intento por intimidar al ladrón.

Pero Aiden no era alguien fácil de asustar, sabía cómo lidiar con el peligro y los problemas reales. Por eso, al oír las palabras de Luca, él no se echó hacia atrás, o desvió su mirada oceánica de la tormenta que rugía en los ojos del hombre frente a él; no, él se aproximó aún más, dejando la distancia de un pulgar entre ellos.

Besos de Medianoche 2: CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora