19. Que vivan los novios

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Me había dado de hostias con un marleyense por un par de comentarios desagradables; me había mudado con un soldado enemigo del que, además, creía que me había enamorado; había forjado una relación extremadamente extraña con un marleyense de alto rango basada en miradas y favores; había aprendido bailes y descubierto manjares tradicionales de las tierras que tenía que destruir y había dormido en la misma cama que el enemigo, todo a escondidas de Eren. Conocer a los amigos de Reiner, también conocidos como "todavía más enemigos a los que matar" no me salía demasiado rentable, que digamos.

– ¿E-Esos son tus amigos? ¡Vaya! –fingí emoción mientras él me arrastraba hacia ese pequeño grupo.

Eran solamente tres, dos chicos y una chica (más bien dos hombres y una mujer) todos con la misma banda roja que Reiner y un atuendo parecido, con esa chaqueta blanca larga y los pantalones oscuros.

La chica, de melena largo y oscura con muletas, y el chico con el pelo repeinado hacia atrás nos daban la espalda, pero se giraron inmediatamente cuando el tercero, un hombre alto y rubio con gafas enmarcando sus claros ojos, dejó de hablar y clavó su mirada en mi cuál depredador en su presa. Me intimidó, sí, pero procuré que no se notara demasiado. Si había sobrevivido hasta entonces no había sido dejando ver así como así mis emociones.

Tras los que se me hicieron los segundos más largos de mi vida, con esos tres pares de ojos desconocidos clavados en mí, llegamos junto al grupo.

– Buenos días, Reiner –lo saludó la chica, con un tono que me hizo mirarla con el ceño fruncido.

El chico repeinado también saludo al rubio recién llegado, algo fríamente en comparación, pero el de gafas no apartaba sus ojos de mí.

– Perdone, señorita, ¿nos conocemos?

Ahora que me fijaba... sus ojos me recordaban a los de alguien. No... no eran sus ojos.

– Lo dudo mucho –respondió Reiner por mí, al parecer con más ganas de hablar que de costumbre–. Aunque puede que os hayáis cruzado alguna vez en los campos de entrenamiento. Ella también es una soldado. A lo mejor incluso os habéis visto en el campo de batalla.

Él me atravesó con esos ojos azul claro, con ese brillo tan familiar.

– Sí. Eso será –Un escalofrío me recorrió la columna. Algo en su tono me advirtió de que no estaba mintiendo–. ¿Y tú de qué la conoces, si se puede saber, Reiner?

Se me heló la sangre en las venas. Solo volvió a circular con mediana normalidad cuando Reiner respondió con una media verdad.

– Des de que volvimos de Paradais nos hemos visto unas cuantas veces.

– Sí –añadí yo. Me costaba hablar o siquiera penar en cualquier cosa, pues los extraños nervios que despertaba en mí la presencia del rubio con gafas me nublaban la mente, pero si no decía nada a lo mejor les parecía sospechoso–, nos hemos vuelto bastante... cercanos –miré a Reiner, sin saber exactamente cómo definir nuestra relación.

– Con que cercanos, ¿eh? –preguntó con tono pícaro el repeinado, levantando las cejas un par de veces.

Yo no pude evitar sonreír, pero Reiner puso los ojos en blanco.

Se volvió hacia mí y, señalándolos, habló:

– Chicos, esta es Artemis. Artemis, estos son Pieck –la chica me sonrió algo fríamente–, Porco –el repeinado me sonrió de manera extraña–, y Zeke.

Volví la mirada hacia este última rápidamente, con los ojos ligeramente más abiertos de lo normal. Zeke... Yo había oído ese nombre. Y no especialmente en Marley. Aunque seguramente había algún otro guerrero que se llamaba así, no pude apartar la mirada. ¿En qué contexto había escuchado yo ese nombre...?

La guerrera de la banda gris [Reiner Braun x Oc]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora