El hombre estaba de pie en la cubierta del barco con los ojos cerrados y la cara alzada hacia el sol. Inspiró el aire salado del mar mientras El Caminante surcaba las olas blancas del océano Atlántico. Habían pasado diez largos años desde la última vez que había olido algo que no fuera hedor, desde la última vez que había pisado algo que no fuera basura. Sin ver nada más que oscuridad a su alrededor. Sin experimentar otra cosa que la pura agonía.
Pero ahora que había logrado escapar, haría justicia.
Abrió los ojos y bajó la vista a la piel estropeada de sus muñecas donde había llevado los grilletes. En ellas sólo había una mínima parte de las muchas cicatrices que marcaban su cuerpo y que le recordaban a diario los horrores que había sufrido en esa prisión infernal.«No son nada comparadas con los horrores que él sufrirá.»
Aquellas palabras que lo habían mantenido con vida duran te una década le atravesaron la mente mientras volvía a alzar la mirada. Unas nubes blancas y algodonosas salpicaban el profundo azul del cielo, extendiéndose hasta donde la vista podía al canzar; pero en cuestión de días, Inglaterra aparecería en el horizonte.
Entonces podría llevar a cabo su venganza contra el hombre que le había arruinado la vida.
Logan Jennsen.
El odio rezumaba por todos los poros de su piel. Pronto... muy pronto le arrebataría a ese bastardo lo que más le importaba en la vida.
«Tal y como él me lo arrebató a mí.»
El hombre apretó los dedos en torno a la barandilla de madera.
«Pensabas que te habías salido con la tuya, ¿verdad, bastardo? Primero cometes un asesinato y luego huyes a Inglaterra. Sin duda, una jugada muy inteligente.»
El hombre dejó escapar una risa entrecortada.
«Pero yo conozco tu secreto...»
Oh, sí, sabía lo que había hecho Jennsen y, tras una exhaustiva búsqueda, había descubierto dónde se ocultaba.
—Sé algo que tú no sabes... —susurró el hombre a la fresca brisa marina que se llevó consigo las suaves palabras—. Mataste al hombre equivocado, Jennsen. Yo soy que buscabas. No puedo esperar a mirarte a los ojos cuando te des cuenta de tu error.
Ah, sí, ése sería un momento muy dulce, sin duda, seguido por otros todavía más dulces.
«Lo vas a perder todo... igual que lo perdí yo. Y después, te mataré.»
Y entonces, la tan ansiada venganza contra Logan Jennsen sería completa.
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Mascarada
RomanceLady Emily Stapleford jamás había soñado que la tarea de salvar a su familia de la ruina financiera recaería sobre sus bellos e ingeniosos hombros. Dado que sólo está dispuesta a casarse por amor y no por dinero, Emily decide que publicar su novela...