Y estalló la oscuridad en mi pelo.
Me consumió la madrugada,
a tus espaldas.
Besó el asfalto el tacón de mi zapato.
Calmó el frío, el calor de mi garganta.
Al oído me susurró la noche su secreto:
- soy el templo del pecado,
y la cuna para el alma -
Amanece,
y guardo la oscuridad debajo de tus luces.