Desde ayer le escribí a mi asistente que por favor me ayudara con otra agencia de adopción y me consiguió una cita. Pero, decidí ir solo porque no quería que volvieran hacer sentir mal a mi niño, y también les conté todo, ellos me dijeron que la evaluación psicológica era opcional.
- ¿Opcional? ¿Cómo que opcional?
- Bueno, realmente el gobierno no lo exige como tal; pero algunas agencias optan por hacerla obligatoria en ciertos casos.
- Mi esposo está en sus cinco sentidos y no hay nada que él anhele más que tener hijos.
- Lo único que sí les pediremos es que cada tres meses pasen un informe de los avances de los niños que decidan llevarse. - Empiezo a llorar.
- Muchas gracias, mi esposo se alegrará de saber esto.
- Es un gusto haberles ayudado; solamente quiero decirles algo importante, pero sería bueno que él también esté para saberlo, les daremos una nueva cita para dentro de tres meses.
- ¿Podremos ver a los niños ese día?
- Por supuesto, pero será después de la entrevista.
Salí de ahí tan feliz, que prácticamente llegué flotando a casa de mis suegros para encontrarme con ellos y contarles. Nat se lanza a mis brazos, enredando sus piernas en mis caderas y empieza a besarme; con mucha dificultad lo detengo porque nuestros miembros hacen fricción.
- ¿Nos vamos? - Le pregunto excitado.
- ¿Adónde? - Sorprendido.
- A pasear por ahí, quiero contarte algo.
Sin esperar a que quite esa mirada atónita, lo agarro de la mano y después de despedirme de mis suegros, lo llevé al auto. Él me miró sorprendido, pero la verdad es que ya no aguanto las ganas de comérmelo; hace mucho que no hacemos el amor como se debe.
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Conduzco durante un rato bastante largo, hasta llegar a un precioso lugar donde no había nadie más que nosotros. Apago el auto totalmente y empiezo a abrir su ropa, para admirar esa piel blanca que me vuelve loco con su suavidad; ese cuerpo que me enciende.
- ¿Qué hacemos aquí Max?
- Voy a comerte tan lento, que tu piel arderá junto con la mía.
Veo cómo muerde suavemente su labio inferior, lo que me excita aún más de lo que ya estoy, así que agarro su rostro y me como su boca. Sus labios son tan suaves y delicados, que me hace no querer soltarlo, ni hablar de su cuerpo que empieza a responder a cada caricia que le hago.
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Seguimos quitándonos la ropa, de la forma más desesperada que existe, y solo con ver toda su piel radiante, siento que acabaré. Nat se acerca a mí en el asiento del piloto, cuando siento su mano pasearse por mi longitud, muerde un poco su labio y volvemos a besarnos.
