Capítulo 1.

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-¿Puedo jugar contigo?- se acerca un niño con pecas notorias. Portaba un sombrero que hacía la forma de rana, era ridículo.

-no, aléjate de mi.

A él no le agradó mi respuesta por la cara de tristeza que puso, y la verdad es que me importaba en lo más mínimo. Esperaba que se fuera, y fue lo que hizo, lo mejor que pudo haber hecho.

No quería que nadie me molestara mientras jugaba con mis dinosaurios, no quería perderlos ya que eran mis juguetes preferidos.

-Raw- el dinosaurio está a punto de destruir la ciudad. Necesitarán de alguien más fuerte para que esto no suceda.

-oye- la misma voz de antes me toca el hombro.

-ya te dije que te alejaras de mí- volteo enojado. Sorprendido veo lo que tenía entre sus manos.

-¿y si compartimos el chocolate?- ¿el quería darme de su chocolate después de decirle que se alejara?- si no quieres compartir te lo puedo dar- sonríe de lado a lado.

Se veía tierno y frágil, era todo lo contrario a lo que yo era. Mis ojos se iluminaron por el chocolate, ya que mi madre no me dejaba comerlo.

-solo por está vez compartiré contigo- y no, no fue solo por esa vez, fue esa y días siguientes volvió con más ganas de querer ser mi amigo y aunque lo alejaba el volvía, era tan insistente que cuando faltaba un día para hablar conmigo me preguntaba por su bienestar, el simple hecho de que era con el único que hablaba y aunque fuera para decirle que se fuera hizo que me encariñara un poco con él.

-está bueno, ¿verdad?- sonríe con un poco de chocolate en los dientes.

-si... - digo a lo bajo.

-puedes quedarte con el premio, dentro viene un dinosaurio-me extiende el bote que venía dentro.

Intenté abrirlo pero se me dificultaba, así que utilice mi boca para apretar.

-¡wow es un tiranosaurio rex!- me avergoncé de emocionarme, me daba pena que me viera así el.

-¡que genial! ¿Como sabes el nombre?

Me sabía muchos nombres de dinosaurios ya que en mi cumpleaños número 5 mi hermano me regaló un libro interactivo de dinosaurios.

-lo leí- dije en tono presumido.

El chico no dejaba de sorprenderse, me ponía atención en cada cosa que decía.

-yo podría...- no sabía si sería correcto decirlo.

-¡¡¿me vas a invitar a tu casa a ver el libro?!! ¡Claroo!- no dejaba de emocionarse- mañana ven a la misma hora al parque y me llevas, ¿okey?

-si...

Cuando crecimos seguíamos teniendo  esa amistad extraña que hicimos de niños, nos cuidabamos la espalda, el me seguía y hacía como que no me importaba, pero en el fondo era la persona que mejor me caí.

La gente no me importaba en lo absoluto. Había personas que querían hacer una amistad conmigo y yo no sé los permitía, ellos se rendían y a mi no me importaba.
No sé cómo el logró hacerlo, Yamaguchi pudo quebrar mi muro de antisociedad. El iluminó la habitación en donde yo había quitado las ventanas.

Él sol y he aquí la Luna.

Lo necesitaba su apoyo para poder brillar. Sino fuera aquí habrían acabado las esperanzas hace tiempo.

Con el tiempo ese sol que conocí se volvió tímido, algo en él se había roto. Podría decirse que de niño pude ver la verdadera persona que era.

No me hablaba de sus problemas y yo no le hablaba de los míos, pero aún así él me daba ánimos para superarlos.

Yamaguchi todavía tenía su niño interior.

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Todo lo que pudimos ser. (Tsukishima x Yamaguchi) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora