Capítulo 33

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Se vale ser Feliz.

— Siempre quise verte feliz no así, triste. Esa no es mi Verónica, no es mi amiga— comentaba Mao, en casi un susurro mientras estábamos sentadas a la orilla del mar— Eras feliz, tanto que el mundo se detenía cuando sonreías. ¿Qué paso?— giró su rostro para observarme. Yo sonreí al recordarla tal y como la vi la última vez.


Su cabello castaño, largo y lacio, la brisa lo llevaba hacia atrás mientras me sonreía con esa sonrisa cálida que le daba paz a mis días cuando pensé que no podía más.

— Siento que ya no puedo más— dije en un intento por no llorar— He intentado ser fuerte. Tan fuerte y valiente igual que tú, pero estoy cansada, muy agotada— gire mi vista al mar.


El momento se sentía cómodo, cálido. Sentía tanta paz, tanta tranquilidad al estar a su lado. Los hombros ya no pesaban, la presión en mi pecho ya no estaba, sentía que podía respirar bien. Solo quería y  necesitaba la paz que tenía a su lado.

—Eres más valiente que yo en todos los sentidos. Aunque también acepto los méritos por decidir en Adriana y yo— la miré  y ella me regaló esa sonrisa que jamás podré olvidar— Vamos, que eres muy fuerte y desde donde yo estoy te he admirado por todo lo que haz hecho.

— ¿No estás molesta porqué te oculte mis problemas?— deje mi cabeza en su hombro mientras que la sentía tan cerca.


Esto era paz.

—Nah, o bueno un poco— rio— Pero entendí que lo hiciste por amor, no quería que yo siguiera sufriendo— suspiró mientras yo solo la escuchaba atenta porque sea lo que sea este momento quería grabarlo para siempre en mis recuerdos— Estas saliendo de esta y yo estoy allí dándote fuerzas aunque no me veas. Siempre te hago porras, a ti, y este chico guapo de ojos azules. Es muy apuesto —me quité de su hombro y la miré sorprendida y ella me guiño un ojo, yo negué y sonreí.

— ¿No estás decepcionada de mí?

— Jamás lo estaría.

— ¿Te sientes bien acá?

Ella suspiro, cerró los ojos y luego sonrió— Completamente— dijo aún con los ojos cerrados— Ya no siento miedo o dolor y estoy tranquila al saber que Adriana y Andrey han tenido una relación muy linda como padre e hija.

Yo sonreí al verla tan feliz, pensé que por un instante en algún momento de la vida no volvería a ver esta imagen. Tuve miedo de olvidar su sonrisa y su forma tan cálida al mirar pero acá sentadas en la orilla del mar estaba consiente que siempre la recordaré, siempre habrá algo que me hará recordarla y eso no me hace mal. Tenerla en mis recuerdos es lo más cercano al amor que he podido vivir aunque la amé en silencio.

— ¿Puedo quedarme contigo?— le pregunté con la esperanza de que me dijera que sí, pero solo volteó tan rápido que pensé que el cuello se le quebraría.

— No, eso sí que no—, se levantó tan rápido que no me dio tiempo de reaccionar cuando me jalo del brazo— habíamos hecho una promesa— me estampó frente a ella y colocó sus cálidas manos en mi rostro—. Ibas a escribir un nuevo libro sin mí y aún te falta el final, después de todo lo que haz vívido; ¿Te rendirás?—yo solo baje la mirada — Mírame,— levante la mirada —eres súper fuerte, valiente y capaz. Tu hermana te necesita y tu madre también. Ya estas cerca de encontrar la paz que tanto haz querido pero no te voy a conceder este tipo de “paz". Ya estas cerca, tu padre está preso.

—¿Qué?— sentí como mi cara se llenó de completa confusión y fue lo único que pudo salir de mi boca antes de mi cerebro pudiera reaccionar.

Ella sólo me regaló una sonrisa de que todo estaría bien, se acercó a mí y me abrazó. Mi pecho se contrajo porque este abrazo se sentía tan real y sentía que en general todo en sí era real pero algo me obligaba a despertar y no quería.

— Te amo, Verónica— dijo susurrando en mi oído — De seguro hubieras sido una excelente novia— yo sonreí y nos separamos, ella me tomó de las manos— Solo aguanta un poco más, ya todo va acabar. Sigue demostrándole al mundo lo indestructible que eres que yo desde acá te haré porras.

Sonreí abiertamente porque esto era lo que tanto necesitaba escuchar para sentir alivio en mi piel y en mi alma— También te amo, Mao.

Sabía que tocaba la hora de volverla a soltar y era algo que no quería pero que era necesario.

— Yo que tú me quedara con este chico misterioso…


— Se llama Steven — sonreí — Y no, solo es mi mejor amigo— rasque la parte de atrás de mi cuello.

— Si lo sé pero no perdía las esperanzas—. Se encogió de hombros— Se que quieres a esta chica morena que justamente ahora está tomando tu mano y le esta rezando hasta a los Ángeles que no existen para que despiertes. Dale una oportunidad al calor del amor, ese sentimiento no es dañino más bien te regala vida y la energía suficiente para querer vivirla día a día.


Solo le regalé una sonrisa y suspire sabiendo que era hora de partir a la realidad.

— Hasta pronto, Verónica Rausell — se paró firme haciéndome una seña militar llevando su mano a su frente.

Tomé la misma postura y le respondí el saludo— Hasta luego, Mao Martínez fue un placer a ver peleado muchas batallas con usted— le sonreí con un gran nudo en la garganta y con mi estómago comprimido.

— Y las seguiremos peleando.

Yo asentí y ella me regaló una sonrisa hasta que se dio la vuelta camino por la orilla del mar. Su vestido y su cabello volaban con el viento mientras yo solo la observaba feliz, tan feliz que eso me llenaba de completa tranquilidad. Ella volteó y sacudió su mano en el aire y yo respondí igual.


Desperté con un terrible dolor de cabeza, mi cuerpo dolía hasta el último hueso. Intentaba enfocar lo que se encontraba a mi alrededor, la mascarilla ayudándome a respirar pues aún así se sentía difícil obtener oxígeno.

Todo había sido un sueño y lo sabía pero se sintió tan real que no quería volver a este sitió.

Miré a mi izquierda ya que sentía que alguien me sostenía la mano era, Lili durmiendo incómodamente con su cabeza encima de la camilla mientras se encontraba sentada en una silla. Moví mis dedos y me moví un poco para acomodarme pero era jodidamente doloroso.

— Lili— lleve mi mano a la mascarilla de oxígeno y me la quité porque me molestaba en cierto punto.

Tiene el sueño tan liviano que no necesite hacer mucho esfuerzo para que despertarla.

— Vero— se acomodó rápidamente en la silla y se paso las manos por el rostro varias veces para poder eliminar todo rastro del sueño— ¿Te duele algo? Voy por el médico— se levanto tan rápido que no se de donde saqué velocidad para tomarla de la mano.


— Espera— dije casi en un susurro que salió doloroso— Estoy bien — le regalé una sonrisa que aunque sé que salió forzada ella la entiendo y sus hombros se relajaron.


—¿Quieres algo? ¿Agua? ¿jugo?— negué.


— Estoy bien. Un poco adolorida pero bien—ella asintió y se volvió a sentar—. Brenda y mi ma…


— Están buscando algo para comer y ropa limpia para ti.

— ¿Cuánto llevo inconsciente?



— No mucho, apenas unas seis horas— rió sin ánimos— Tengo que llamar al doctor para que te chequee, es importante saber que todo está bien.

Yo asentí moviéndome con dolor para sentarme, no paso mucho tiempo cuando ya el doctor estaba en la habitación.

Reviso mis signos vitales, algo de la máquina que llevaba el control de mis palpitaciones y luego habló.

— Por ahora esta todo bien, pero por prevención pasara la noche aquí y si todo marcha bien podrá irse mañana temprano no se sabe cómo trabajen tus pulmones hoy ya que recibiste muchos golpes en esa zona que hizo que vomitaras sangre y tu nariz está muy inflamada por eso la maquina— miró la mascarilla con algo de mandato en ella para que me la colocará— te ayuda a respirar con mayor facilidad del resto todo esta bien. Te mandaré unos calmantes para que la inflamación disminuya— yo asentí — Bueno, me retiro cualquier inconveniente o malestar me informan.

Latidos infernales [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora