- Corre.- dijo Caden.
Miles y Cordelia hicieron caso a las palabras dichas y pasaron el puente mientras Caden venía hacia mí. Con las manos tomadas corrimos hacia el "C", pero los Mayores nos pisaban los talones, eran más rápidos que nosotros.
- ¡Caden!.- grité en el momento en que el hombre me agarraba de los brazos.
- Alexa, por fin tengo el gusto de conocerte.- sus manos se posaron en mis muñecas evitando que me moviera.- Soy Cameron Foitz.
Cameron era un chico bastante apuesto, su pelo era demasiado gris y sus ojos eran negros, un intenso negro. Era más alto que yo y por lo tanto un poco más fuerte que cualquiera de nosotros.
El dolor me recorrió de pies a cabezas provocando que me cayera de rodillas contra el piso de cristal, por un momento pensé que se rompería contra mi peso pero eso era casi imposible. Cerré los ojos mientras me retorcía bajo el agarre de Cameron, imágenes distorsionadas aparecían ante mis ojos, era una escena horrorosa, había un chico a su lado desesperado, el cual reconocí con John el bisabuelo de Amelia, las manos de Cameron eran negras y un intenso dolor recorría cada centímetro de su cuerpo. Abrí los ojos y mis brazos estaban negros, donde las manos de él estaban. No aguantaba el dolor, me tenía petrificada, era como si miles de agujas atravesaran mis músculos y mis huesos, pero además quemaba el contacto.
Caden y Miles se acercaban a gran velocidad hacía mí, pero Linette se los impedía, se notaba que ella poseía más entrenamiento físico que ellos dos. Caden apartó a Miles y llevó su pie contra el pecho de un Mayor que acababa de aparecer quien, por la fuerza producida por Caden, salió contra la muralla de cristal, esta se hizo pedazos haciendo salpicar pequeñas piezas de cristales, por lo que escondí mi cabeza en mis piernas aún con mis manos sujetadas. Si no hubiera estado en esta situación me hubiera detenido a presenciar más lo que estaba sucediendo, pero el dolor no me dejaba analizar lo que pasaba. El Mayor que empujó Caden, ahora se encontraba cayendo desde unos diez metros de altura para estrellarse contra el piso, estaba segura que dolería demasiado el choque, pero no sabía si volvería a morir o solo sufriría un gran impacto. Aún mareada y aturdida por las imágenes que pasaba en mi cabeza, que por lo que logré concluir aún cuerda, me di cuenta que eran imágenes de la muerte de Cameron ese día que fueron al cementerio, sentí como él soltaba su agarre y alguien me levantaba del suelo. Me encontraba en los fríos brazos de Caden quien seguido por Miles y adelante de Cordelia, corría hacia ningún lado.
- Idiota.- le gritó Miles a Caden, al darse cuenta que más Mayores nos seguían.- Es tú culpa que esté así.
- Escucha bien, ella fue la que...
- Me duele.- dije lo suficientemente fuerte para que ambos me escucharan y dejaran de hablar.- ¿A donde vamos?
- No lo se.- afirmó Caden sin dirigirme la mirada, solo se rehusaba a mirar hacia delante y si me miraba era con dolor y tristeza, creí ver que articulaba algunas palabras de las cuales reconocí lo siento.
Estábamos a unos metros más lejos de los Mayores, que nos seguían a todo lo que podían, lo que era suficiente como para mantenernos asustados. Caden dijo algo que no pude distinguir, ya no escuchaba nada, me estaba desmayando o entrando en un brote psicótico. Todos dejaron de correr y sujetaron a Caden, él cuál me miraba asustado. El aire se volvió espeso y frío, ya no había sonido, no había nada, solo un blanco infinito, lo que indicaba que nos estábamos transportando.
~•~
El frío había sido reemplazado por unas agradables sabanas que me proporcionaban el calor suficiente como para no querer salir de ahí, me encontraba en la habitación en la que Zoella me había hablado sobre Caden y su pasado, pero solo fueron vagas palabras, solo despertando mi interés en querer saber que me escondía o que le escondía a los demás. La pieza mantenía su mismo encanto que esa vez. Salí de a poco, aún un tanto mareada, de la cama y me senté en ella, dirigí de a poco la vista a mis brazos con miedo a lo que podía ver, en vez de encontrarme algo espantoso solo vi mis antebrazos y muñecas cubiertos por vendas blancas que dejaban asomar mis manos aún moradas, no era digno de ver. Caminé hasta el tocador y arregle mi desastroso pelo color blanco violeta, ya lo empezaba a odiar, apenas terminara esto me lo cambiaría de color.
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Deshabitados
Genç KurguTodo cambió, sin derecho a reclamar. Para Alexa ya nada a sido lo mismo después de cuatro años del accidente, incluso no le importó tener que vivir con lo que le tocó. Pero las cosas siguieron, y seguirán, cambiando y ahora muchos dependerán de ell...