𝗦𝗖𝗔𝗥𝗘𝗗

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No pudo dormir, quería hacerlo pero cualquier pequeño ruido lo ponía alerta

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No pudo dormir, quería hacerlo pero cualquier pequeño ruido lo ponía alerta.
Tenía muchísimo frío, tal vez mucho calor, no lo sabe con claridad.
Suda, pero su cuerpo no deja de tiritar y no quiere retirar la manta que lo mantiene cálido.

Su propia respiración le desespera, su habitación nunca se ha visto más vacía. Ha estado sollozando desde que llegó hasta que amaneció. Su nariz está tapada y le cuesta respirar, sus ojos están hinchados y se unen a las partes adoloridas de su cuerpo.

Dos toques en la puerta lo hacen saltar de su cama.

– ¿Tobio? – Es Miwa. En cualquier otro momento tenerla en casa hubiera sido reconfortante, pero no quiere que ella lo vea así, que su olor se intensifique por estar molesta y su lobo piense tontamente que es su culpa. – ¿Está todo bien? Te perdiste la escuela.

Su voz tiembla cuando está a punto de responder. Inhala para calmar los temblores y responde. – ¡Estoy bien, sólo algo cansado! – Su voz se rompe al final.

Sabe que es tarde para ir a clase, aunque, de todos modos, es lo último que le importa. No quiere ir.

Su hermana, por supuesto, siempre ha sido buena para saber cuándo él no es igual que siempre. Su puerta se abre.
Su hermana está vestida con pijamas a pesar de ser la una de la tarde, su olor es suave pero Tobio sólo quiere esconderse.

– Oh, pequeño. – La voz tersa de su hermana se escuchó más cerca mientras él se cubría con la sábanas hasta casi cubrir sus ojos llorosos. – ¿Quieres salir de ahí?

La cabeza de Tobio se mueve en negación y Miwa suspira.

Para ella, es un deja vu de todas las veces en las que encontró a Tobio así. Le dolía de la misma manera cada una de ellas.
Cuando llegó llorando de la primaria porque los niños habían dicho que él era aburrido y no querían ser sus amigos.
Cuando no quería salir de casa porque las personas en la secundaria no eran amables.
Cuando su abuelo murió.
Cuando su equipo lo dejó en la cancha.

Pero esta vez Miwa no sabía lo que pasaba. Tobio solía tener una cascada de emociones que se volvían enojo o llanto descontrolado y soltaba todo, decía cosas hirientes en modo de defensa para luego terminar insultándose a sí mismo, pero ahora sólo... se veía tan indefenso.

Miwa intentó hacer que su olor calmara al menor, pero éste sólo bajó la mirada.

– Tobi, ¿puedes decirme qué pasa?

Tobio soltó un lloriqueo. Ella acarició su cabello con suavidad. – ¿Quieres comer algo? ¿Ver una película? ¿Jugar voleibol conmigo?

𝗯𝗼𝗲𝘁𝗵𝗶𝗮 ━ kageyamabowlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora