El Tiempo que te he amado

Parte 10 enredos entre el amor y odio

Esa imagen fue bastante rara de presenciar, mientras sostenía en sus brazos al inconsciente Shi Qing Xuan , He Xuan también envolvió con sus mangas a Shi Hen Yu. Parecía estar abrazándolos en un intento de dispersar el dolor de ambos, pero quién sabía cuál era la razón detrás de aquella acción.

Xie Lian se acercó con cautela ya no quería alterar al pequeño Maestro del Agua, Shi Hen Yu ya estaba lúcido, pero la herida en su alma era grande, cualquier movimiento podría alterarlo —Debemos llevar a Shi Qing Xuan a un lugar para que sane sus heridas.

Miró a He Xuan mientras hablaba, pero su oración iba dirigida a dirigidos ambos. Shi Hen Yu se encogió más sobre He Xuan, su rostro quedó oculto en el hueco del cuello del supremo. Sus hombros temblaron, murmuró algo, pero fue imposible entenderle.

El supremo no dijo ninguna palabra, Xie Lian extendió su mano para tomar primero a Shi Hen Yu cuando He Xuan se levantó cargándolos ambos.

— ¿Qué harás?

He Xuan no respondió. Miró hacía el mar tranquilo y de repente sus aguas se volvieron turbulentas, se formaron remolinos pequeños y grandes, luego el océano se abrió y un enorme castillo negro emergió.

Xian Lian se quedó sorprendido por mucho tiempo y se olvidó cómo reaccionar hasta que vio a Aguas Negras caminando hacia su guarida.

— ¡Espera!

—Ge ge, creó que es una buena idea—Lo detuvo  Hua Cheng, hizo una corta pausa la mirar la espalda de He Xuan y dijo — La calamidad del cielo no descansará hasta destruir al Maestro del Viento, si va al territorio de una calamidad suprema , tardará más tiempo en encontrarlo, principalmente en su sus tierras.

Tenía lógica lo que decía, pero Xie Lian sentía que no era correcto, temía que el corazón de Shi Qin Xuan se rompiera si despertaba y descubrió que estaba en la isla de Agua Negras. No se ocurrió ningún plan mejor y tuvo que dejar que He Xuan se lo llevara.

Las aguas se dividieron en dos y un camino de tierra apareció. He Xuan avanzó a pasos lentos hasta llegar a su guarida. Las grandes puertas del palacio negro dieron la bienvenida a su amo extendiéndose ampliamente sobre la entrada.

El oscuro vestíbulo fue apenas iluminado por una cadenas de antorchas, al igual que en el pasado caería de decoración, estaba frío y solitario. La silla del rey que  en el pasado fue ocupada por el cadáver del Maestro de la Tierra estaba vacío, descuidado por el paso del tiempo y olvidado por su amo.

He Xuan se dirigió hacia la puerta que conectaba hacia un largo corredor, al final del pasillo había una habitación sin nada más que una cama simple y una pequeña ventana que permitía ver tener una vista al mar.

Sobre el fino edredón, He Xuan dejó a Shi Qing Xuan y de pasó a Shi Hen Yu, quien se acurruco en forma de bolita sobre el dios de la fortuna, se dio la vuelta y salió dando el pasó a Xie Lian para que si hiciera cargo del resto.

Rápidamente, Xie Lian le dio un tónico curativo celestial y noto que un poco de color regresaba al rostro de Shi Qing Xuan. Se sintió aliviado y  cambió su atención a Maestro del Agua, le acarició la cabeza—Estará bien, déjame ver tú herida.

Shi Hen Yu se enderezo y le enseñó la espalda a Xie Lian.Había una gran marca roja en su delicada piel que se extendía desde su hombro hasta el inicio de su cadera.

Xie Lian dejó escapar un largo suspiró, pensó que la calamidad del cielo no llegó a herir al pequeño, pero sus pensamientos fueron erróneos, en medio de la brutal prueba ya era considerado un milagro que estuviera bien, salir con un solo rasguño era una fortuna.