Capítulo 16.- «Dreams» The Cranberries.

100 9 7
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Estaba harta, completamente harta, no soportaba al mundo, ni la vida; quería renunciar, a todo, a todos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Estaba harta, completamente harta, no soportaba al mundo, ni la vida; quería renunciar, a todo, a todos. 

Nada me estaba saliendo bien, y estaba furiosa por eso; Alana me había dejado, yo la había dejado antes, pero eso no importaba, ya no podía volver a ella cuando todo estuviese mal, ella era mi salvavidas, ahora estaba completamente sola en medio del océano en esta tormenta, y no sabía a donde ir, si continuar, o esperar y confiar en que alguna vez Owen fuera a ayudarme a salir de ahí. Y cuando que había encontrado otro salvavidas, a Demian, no sólo se negaba a amarme, sino que me humillaba al rechazarme de esa forma. 

Lo odiaba, lo detestaba por haberme hecho sentir así de vulnerable, por haberme ablandado, por haberme hecho confesarle a alguien mis más profundos pensamientos y deseos, lo odiaba por haberme hecho sentir segura, lo odiaba por no quererme, lo odiaba por hacerme bajar la guardia, por hacerme creer que estaba bien siendo yo. Lo odiaba. 

Caminé con ira por el jardín, regresando a la fiesta con mi regalo, escuchando la música resonar por todos lados, sintiéndome mareada, colérica, queriendo golpear todo lo que tuviese vida y respirase.

—¿En dónde te habías metido?— escuché la voz de Owen cuando regresé a la fiesta—Mírate, estás llena de hojas, ven— me jaló hacia él, quitándome hojas del cabello y riéndose por ello, ya estaba borracho, de lo contrario, estaría regañándome por desaparecer en mi propia fiesta—Pareces una salvaje.

—Me escondí un rato en los arbustos— confesé suavemente, intentando tranquilizarme.

—¿Y esa chaqueta?— cuestionó y yo suspiré, quitándomela.

—Me la regalaron, pero no sé quién, no venía con una nota— mentí.

—¿Te gustó el regalo que yo te di?— cuestionó.

Debo admitir que hoy en día ni siquiera recuerdo qué carajos me había regalado aquella vez, eran demasiados los regalos, así que no es que recuerde las fechas de todos, pero si me aventuro y especulo, quizás me regaló un auto, quizás una casa de verano, quizás un collar. Igualmente no tiene ninguna relevancia, porque lo importante era que...

ESTÁBAMOS CONDENADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora