CAPÍTULO 18

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FÉNIX

<< ¿Me das un beso? >>

Despierto maldiciendo esas palabras de mierda, ¿quién eres? ¡joder! ¿quién eres? Tu maldita voz y esa borrosa sonrisa ya me está cansando, yo no me pude haber olvidado de alguien que me hace arder por dentro cada que veo ese borroso rostro.

Valentina no me va a venir con sus mentiras de mierda, sé bien que ella no es esa maldita persona que me martillea la cabeza provocando impotencia y ganas de matar al no recordar ¡nada!

¿¡quién eres!? ¡cazzo!

Entro al baño a darme una ducha, una maldita ducha que no me relaja ni mierda al pensar en esos verdes ojos y rostro angelical que me causó curiosidad al verla en Berlín, es una maldita agente, te metiste con Massimo y va a matarte, como me hubiera encantado probarte primero.

Termino por vestirme saliendo de mi habitación hacia el comedor, donde varios darkness desayunan tranquilamente hasta que notan mi presencia y la gran mayoría se levanta.

Que divertido es que te teman, no tengo ni la menor idea de a cuántos de mis hombres he matado, solo sé que esa sensación era tan relajante, se me fue de las manos, el enojo me consumió al no recordar, no es que me importe, todos ellos no son más que esclavos.

- Amore – entra Valentina sentándose junto a mí.

- ¿Puedes dejar de decirme así? Me da asco – espeto mientras Lía nos sirve el desayuno.

- Uy, alguien amaneció de mal humor.

Si sigue viva es porque la protegida de Massimo sirve de algo, no solo en la cama, los caprichos de la maldita el hijo de puta se los cumple al pie de la letra, como si en verdad fuera su hija, Ndrangheta está en su máximo esplendor gracias a mí.

Manipularla es fácil, si le digo que le pida a Massimo parte de su mercancía lo va a hacer, de algo sirve, en algún momento va a ver algo fuerte en que pueda utilizarla a mayor ventaja.

>> Me pregunto si algún día has reído, cambia esa cara – presiono el cuchillo sobre la mesa.

- Traga en silencio – hablo entre dientes.

- ¿Ya no me vas a llamar pequeña? – la fulmino con la mirada haciendo que calle enseguida – lo siento.

Ese día en el club de Milán se me fue esa palabra por algún jodido motivo, más aún cuando una cagna me escupió su trago encima, creo que estaba ebria, las ganas de matarla no faltaron, pero al parecer ella sabía defenderse.

>> ¿Hoy no saldrás a ningún lado? – suelto aire por la boca, habla hasta por demás y quiero matarla para que se quede en silencio de una puta vez.

- No me gusta que se metan en mis asuntos, ya deberías saberlo, llevas más de seis meses y ¿aún no captas?

- Es tu cumpleaños, pensaba en Londres...

- ¿Y quién dijo que me gustaba celebrarlo? – tiro los cubiertos a la mesa levantándome en el proceso.

No es como si fuera gran cosa venir fichado a este mundo de mierda.

Avanzo en dirección a mi oficina, una vez dentro me sirvo un trago mientras me informan sobre la próxima mercancía que llega en una horas, los rusos me deben una y al idiota que torturé hasta que hable me ayudó a saber la ruta sobre sus próximos movimientos, no le voy a quitar el crédito, pero habló gracias a mí.

No se me quita de la maldita cabeza lo que me dijo Ernesto antes de darle un tiro para que cierre la boca, tampoco que tenía a una Mills Russell en mis manos, así que yo intercambié a Massimo por ella, solo que terminó muriendo en su famoso rescate, de haberla tenido no entiendo cómo mierda no la maté, la hija de Marina es un trofeo para muchos, pero para mí sería una diversión tenerla y torturarla hasta satisfacerme.

Fénix Italiana © (2) / [+21]  ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora