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Aparcó a unos metros de su segundo destino; el colegio en el que estudiaba su hijo. 

A esa hora se veían varios niños y sus padres acercarse a la institución.

Volkov se encargó de apagar el coche, cerrar ventanas y puertas traseras, a excepción de la puerta detrás del asiento del conductor. Bajo del automóvil y abrió el acceso donde se encontraba el castaño, lo liberó de su asiento y lo cargo en brazos con mochila en mano. Cerró la puerta y el coche también.

Dejó al niño en el suelo, y éste tomo la mano del mayor, ambos comenzaron a caminar hacia la entrada, donde era inevitable notar las miradas posadas en el gran hombre de dos metros que caminaba con aquel pequeño. Era muy llamativo ante su gran estatura, cosa que le irritaba en sobre manera al ruso, pero siempre trataba de ignorarlo —como ahora—, tan sólo continuó con su travesía.

A unos metros cerca de la entrada del colegio el peligris detuvo su andar, provocando que el menor hiciera lo mismo. Le revolvió los cabellos y exclamo:

—Compórtate, vendré por ti más tarde.

El infante subió su mirada y asintió.

—Adiós papá—contestó a la vez que le regalaba una sonrisa.

—Que te vaya bien—dijo Volkov.

Gael se giró levemente y dio sus primeros pasos para dirigirse a la escuela, entrando por las puertas de ésta sin ninguna complicación.

El comisario se aseguró de que su pequeño entrará completamente al colegio, hasta que lo perdió de vista entre el montón de niños que se dispusieron a entrar igualmente.

Después de eso se puso serio, comenzó a alejarse un poco de la edificación con el propósito de buscar a alguien, persona que encontró como le era habitual hacerlo todos los días, individuo que reconoció ante su extravagante vestimenta: un chico de cresta roja, piel morena y que ese día vestia en una tonalidad rojiza.

Era muy distintivo, y esto lo comprobó Víktor a lo largo de los días en los que tuvo la oportunidad de observarlo. Siempre estaba ahí, aunque nunca llegaba a tiempo para ver si dejaba a su hijo o hija al instituto, tan sólo lo veía de pie mirando hacia la puerta y en algunas ocasiones observando el cielo.

No le tomaba importancia, ya que parecía una buena persona, su rostro no denotaba lo contrario, así que no habría que sospechar de él.

Aunque... sí había algo dentro de él que no podía evitar no verlo.
El cómo lograba que sus ojos no dejarán de observarlo era la verdadera razón por la que le parecía una persona interesante.

Conseguía tener la atención de muchos con tan sólo posarse en su campo de visión, contacto que no detenía en lo más mínimo, ya que su figura le cautivaba, aunque nunca lo admitiría aquello en voz alta...

Pronto el moreno hizo contacto visual con el ruso, este no apartó la mirada y entrecerró sus ojos levemente, cosa que el contrario no pudo notar al ver solamente sus gafas oscuras.
Volkov percibió un brillo en sus irises, probablemente iba a llorar y no sabía qué hacer si eso pasaba.

Al final, fue el de cresta el que aparto la vista, y Víktor no pudo evitar notar el como su tristeza se hacía de notar; ya que solamente miro hacia delante una vez más, suspiró y se giró para salir de ahí.

No conocía aquella persona, pero, algo dentro de él sí quería hacerlo.

Porque, unos tristes ojos como los suyos, merecen apreciarse más de cerca, y tal vez los vería... algún día.

Al haber terminado su labor ahí, camino hacia su auto, cuando llego a éste lo desbloqueo y se subió, lo puso en marcha y condujo hacia su tercer destino; la comisaría de la ciudad. Donde se pondría de servicio nada más entrar, debía de cumplir con su labor con la ciudadanía por lo que no iba a perder ni un minuto más.

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🦋/🍩PADRES⚡/🥃 - VOLKACIO AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora