Gideon abrazaba a Andrómeda en silencio, ninguno de los dos se atrevía a decir nada todavía, más que nada porque ella lo vio consolar a Juliet, pero nadie lo consolaba a él.
—Ni siquiera nos daremos cuenta —le susurró Andy, ambos se separaron un poco para poder mirarse.
—¿Cómo es posible que recuerdo nuestras fiestas de cumpleaños? —preguntó él, intentando hacer sentido de lo que estaba por ocurrir.
—Lo sé —respondió ella—. Recuerdo aquella vez que Paul empujó tu cabeza contra el pastel cuando cumplieron siete.
Ambos rieron por lo bajo, rememorando la cara de Gideon cubierta de merengue blanco, mientras Adonia corría a limpiarlo y Sirius fingía regañar a Paul, carcajeándose con él.
—Ellos te aman, muchísimo —le aseguró ella.
—Y yo a ellos, Andy —Gideon volvió a abrazarla, se miraron una vez más y el muchacho fue con su familia.
Adonia miraba a Sirius con tristeza, sabía que no iba a recordarlo, ni a él ni a sus hijos, pero aun así sentía que no volvería a respirar nunca más.
—Debí haberte perseguido en Hogwarts cuando tuve la oportunidad —le dijo Sirius, acariciando su cabello, Teddy les había dicho que, por lo que sabía, ella no había regresado para la batalla, pues no perteneció a la orden del fénix.
—Hubiésemos sido la envidia de todos —Adonia le sonrió y le dio un ligero beso en los labios, al tiempo que Paul y Gideon llegaban a su lado—. Todo va a estar bien —les aseguró ella, con un par de lágrimas en los ojos.
—Lo sabemos —respondió Paul, tomándola de la mano—. Vas a estar bien, mamá.
—Siempre estaremos contigo —agregó Gideon, sosteniendo su otra mano con cariño—, aunque no nos recuerdes.
—Jamás tendré algo tan bueno como ustedes —les dijo Adonia, aun sin soltarlos, Sirius le pasó el brazo alrededor de los hombros y le dio un beso en la mejilla.
—Eres demasiado hermosa como para no encontrar a nadie más —susurró él, inhalando el olor de su cabello.
—No quiero a nadie más —la joven abrazó a los tres con fuerza—, solo los quiero a ustedes.
Por su parte, Andrómeda abrazaba a su madre sin decir nada, mientras Teddy y John se miraban en silencio, no tenían palabras, después de todo lo que les había pasado.
—Tienes que ser fuerte, Teddy —le dijo Tonks, una vez que pudo separarse de Andy—, sé que lo eres, muy fuerte.
—Si fuera fuerte no habría hecho todo esto en primer lugar —se lamentó él, mirando al suelo.
—Yo habría hecho lo mismo —aseguró Andy, tomó la cara de su hermano para obligarlo a que la mirara—. No eres débil por desear una familia, por querer algo más, y por buscarlo.
—No fue tu culpa, Teddy —dijo John, apretando su hombro—. No puedes regresar pensando que es tu culpa.
—No podrías haber sabido lo que pasaría, mi amor —completó Tonks, pasándole un brazo alrededor de los hombros—. Todo lo que hicimos tu padre y yo siempre fue para protegerte, y estoy segura de que fallecimos luchando por un mundo mejor para ti.
—Para que estuviera a salvo —asintió Ted, cansado—. No supe apreciar su sacrifico, y lo lamento mucho.
—Recuérdanos así, Teddy —pidió Andy, abrazándolo—; juntos, como lo estuvimos tantos años, y recuerda que te amamos más de lo que puedes imaginar.
—Aprecia cada segundo, Ted —continuó John, uniéndose a su abrazo—, cada segundo de tu vida.
—Y asegúrate de tener en cuenta que, si hubiese sido nuestra decisión, jamás nos habríamos ido —terminó Tonks. Los cuatro se quedaron abrazados por varios minutos, mientras Teddy intentaba grabarse cada detalle de su familia, para que le fuese imposible olvidarlos.
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Andrómeda Lupin y la tercera generación
FanfictionAndrómeda Lupin tenía más secretos de los que podía contar. Hija de Remus y Tonks, no podía quedarse quieta con sus ideas y experimentos. En un afortunado giro del destino, logró traer a sus padres, y otros invitados, del pasado a su presente, ¿per...