Si me amas

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  Al verle me puse a gimotear y pedir cariños en la cabeza sin parar hasta que pudimos llegar al sillón y sentarnos. Recordé como me había despedido apenas esta mañana. La luz entraba a saludarla, pero ella dormía. No quise despertarla, parecía una almohadita más. Estaba tan a gusto que no quise molestarla ni con mi voz, ni con el día.

  ¡Como la había extrañado! Desde que salí por las avenidas grises y blancas, golpeadas sus veredas por luz de sol. El día de suave azul con nubecillas porosas y algodonadas, me hacía inquietarme y extrañarla. Las horas me ocupaban. Papeles con requisiciones y el golpetear de notificaciones desde mi celular. Corre el sol hacia la luna doblando la sombra de mi caminar. Voy de regreso a casa, a ese lugar donde solo la ventana me recuerda al calendario y la ciudad. La tarde es húmeda, roja con motas negras por la noche que viene. Y pienso si ella seguirá allí, si estará esperándome.

  Se entablaban en casitas sobre piedra de colores tendenciosos. Al rojo al blanco y al naranja. Hasta la casa de él y ella. Una escalera muy pequeña guiaba a las habitaciones de arriba, pues era chiquita. La ventana amplia sin reja, dónde ella asomaba y de su brazo inclinado, la jarra se volcaba y vertía agua clara sobre las hojitas verdes del balcón. Acomodó ambos lados de la cortina, que caían arrugados. Y alejándose del aire fresco, penetrando al fondo del cuarto, busco algo dentro su cajita personal. - Ah, esta aquí! De su mano desdobló el papel, releyó nuevamente esas frases en bonita tinta roja. Deteniéndose en cada "d", en cada montañita de "m".

"Déjame mostrarte el amor. Quédate a mi lado aún cuando el mundo se esté cayendo ¿Estamos destinados? Quiero ser más que tu amigo ¿me permitirías serlo? Cariño, la vida es un limbo y el amor una droga. Contigo me siento ebrio y drogado ¿puedes sentirlo? mi sangre burbujea, y mi piel pica, provocas tanto en mí. Me iré si así lo deseas y me quedaré hasta que me pidas que me marche, entonces sabré que me amaste"

  Le entró un cosquilleo al recordar el color de su playera, ese movimiento al darle la carta. Sonrió nuevamente. El reloj con sus números como gran curva de carretera, capital redonda de la ciudades. Y la historia de su amor en un rinconcito de calle.

  Prendió una pequeña vela, e inclinando la llama, prendiendo las demás. Mas como las velas no alcanzan a iluminar la mesa ni a llegar a los bordes del mantel, añadimos una lámpara. Haciendo bolitas con las servilletas jugamos a arrojar y atraparlas. La cena se enfriaba, y ella golosa pero sin querer comer, se entretenía haciendo torres con bomboncitos. Los minutos pasaban, como virutas ondeantes de un lápiz que se desgasta dentro el sacapuntas. Tras la comida nos quedamos, la abrace y ella se recargo en mi hombro, viendo las gotas de cera formarse y caer. De la mesa al sofá y del sofá al sueño...Si me amas no me pongas en una caja de cristal, es frágil y asfixiante.

Y no es la marea que sube, sino son las lágrimas de los barquitos. 

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⏰ Última actualización: Jun 01, 2023 ⏰

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