♦ I ♦

6.6K 732 249
                                    

Mikey






El día había sido el mejor... hasta tan solo unos minutos.

Otro año de aniversario.. y otra vez su corazón estaba roto.

Como todos los años su pareja, Ken, siempre le daba una sorpresa, le traía el desayuno a la cama, le preparaba todo para salir, paseaban de la mano él siempre cumpliendo sus caprichos, luego tenían una cena romántica y acababan con broche de oro... en una noche inolvidable.

Dirán ¿Qué hay de malo?

Después de 5 años de relación, de muchos te amo y no hay nadie como tú, después de millones de abrazos y besos... siempre en aquella noche, después de unos tragos, al pequeño rubio se le rompía el corazón.

Emma... decía siempre que acababa dentro suyo.

La primera vez, creyó ferviente el que allá sido una equivocación, pero aún así no pudo evitar romperse al cabo de unas horas y mientras el alto rubio dormía.

La segunda vez fue más dolorosa, toda la noche había repetido su nombre, el trataba de ignorarlo, realmente creía que eso pasaría.

La tercera vez no le importó mucho, se repetía una y otra vez que no era Emma la que estaba a su lado, sino él y que pasaría.

El cuarto año no quiso salir, prefirió un día tranquilo en casa, sin mucha acción. Se puede decir que durmieron la mayor parte del día, rieron, comieron, charlaron, él había pensado que las cosas mejorarían, realmente tenía fé... pero al cabo de unas horas su ilusión se había acabado, lo escucho hablarle a la foto de Emma en su habitación, decirle que aún con el pasar de los años la seguía amando, guardandola en su corazón, que no quería hacerle daño, que también lo quería... pero solo era eso... un vano querer, no quiso escuchar más y salió corriendo de aquella casa, las lágrimas no tardaron en aparecer y el dolor en su pecho incrementaba.

Se preguntarán el porque no lo dejo, porque no agarro sus cosas y se fue; es que fue débil, débil ante él, débil a sus sentimientos, débil a todos sus recuerdos, débil ante aquel amor que le tenía al rubio, lloró tanto que se desmayó del cansancio, desapareciendo así todo lo que restaba del día.

Cuando los rayos de sol empezaron a molestar, por fin despertó, se dio cuenta que había dormido ahí.

¿Que hora era? Se pregunto.

Se dirigió a su casa, pero algo le apretaba el pecho, enserio iba a volver, suspiró, no podía huir, tenía que confrontarlo.

¿Acaso podía?

Siempre había perdido contra él, con tan solo una mirada el perdía su razón, el se había vuelto su mente, alma y corazón, lloró una vez más, dejando salir su dolor.

Se resigno, no importaba que, tenía que volver y confrontar su realidad, así que con eso en mente, se encamino a su casa.

Al llegar vio muchas motos estacionadas, conocía todas y cada una de ellas, se extraño ¿Que hacían sus amigos ahí? Camino hacia la entrada y al abrir la puerta todos le miraron sorprendidos, enojados, felices, aliviados.

Corrieron a abrazarlo, unos lo regañaban, otros daban gracias a cualquier ente superior por traerlo a casa, le decían que estaban preocupados y que no vuelva a desaparecer así.

Entre tanto alboroto un alto rubio quitó a todos de su camino y lo abrazó, diciendo, rogándole que por favor no vuelva a desaparecer así, que no era nada sin él.

Realmente eso hizo feliz a su corazón, ahora tenía un plan... haría cualquier cosa por enamorar a Ken, lo haría no importa que.

Un año más se cumplía, su felicidad incrementaba pues todo había ido tan bien que realmente pensó que habían mejorado y dejado ese tema atrás.

Pero aquella burbuja de felicidad no duraría para siempre, y cayó nuevamente de lo más alto, en la cruda realidad.

Esta vez no aguanto, lloró frente a él, le gritó que se quitará de encima, que no quería tenerlo ahí, le golpeó desesperado y lo saco del cuarto.

El rubio le pedía perdón detrás de la puerta, diciéndole que había sido un desliz, que lo amaba a él, que quería que él estuviera siempre a su lado pero ya era tarde el último trozo de su corazón se había roto hasta quedar hecho ceniza.

Se quitó el anillo de compromiso que le había dado horas atrás y lo paso por debajo de la puerta.

No soy ella — fue lo único que dijo, en un susurro lleno de dolor y... decepción — nunca seré ella, Ken.

Tan solo escucho un sollozo por detrás de esta, que le pedía perdón, que por favor no lo dejará, pero ya no había vuelta atrás.

Agarro sus cosas y las metió en una maleta, salió por la ventana pues no quería enfrentar la horrible realidad, aún escuchaba aquellos sollozos que tan solo le rogaban que se quedará, pero no, está vez no sería débil.

NO SOY ELLA... |TR|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora