Evasión

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La cálida brisa tocaba su piel, abrió sus ojos lentamente encontrándose con un hermoso cielo azul con nubes blancas como algodón flotando por los aires, el sonido de las aves era dulce, se incorporó con suavidad mientras miraba el horizonte dándos...

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La cálida brisa tocaba su piel, abrió sus ojos lentamente encontrándose con un hermoso cielo azul con nubes blancas como algodón flotando por los aires, el sonido de las aves era dulce, se incorporó con suavidad mientras miraba el horizonte dándose cuenta de que estaba en Irwey.

—Al fin despiertas dormilona.

—¿K-Karin?

—Anda ya, hay que irnos.

—¿Fue un sueño? ¿D-donde están las demás?

—¿Quiénes? Estamos solo tú y yo, es hora de irnos a tu casa si no tendrás problemas. -Aquellas palabras la llenaron de emoción.

—A casa... si, si quiero verlos.

—¿A quiénes? 

—A mis padres.

—Pero Hinata, estás casada, no vives con tus papás, camina si no quieres que tu esposo venga por ti. 

—¿Qué? ¿Cómo dices?

—Ho mira ahí viene el.Voltio temerosa, a lo lejos vio a un hombre acercándose, no fue hasta que estuvo a unos cuantos metros de ella logro identificarlo, aquel grotesco sujeto sonreía con malicia mientras estiraba su mano para tocarla.

—N-no usted, no! ¡NO! ¡NOOOOO!

Abrió los ojos mientras respiraba agitadamente, boca abajo sobre una cama agarraba con fuerza las sabanas. Intento levantarse pero el dolor era agonizante, tenía sangre, la espalda le dolía, tenía cortadas que le ardían, despertó de una pesadilla para seguir en otra, el dolor no era suficiente para hacerla desistir de su plan. 

Miró por la ventana dándose cuenta de la noche, ya solo quedaban las tres empleadas incluyendo la ama de llaves, si a ese hombre no parecía importarle los gritos agonizantes de sus víctimas era porque estaban en un lugar bastante alejado.

Se incorporó con dificultad sacando el metal que había guardado en su vestido, intento abrir la puerta, tardo algunos minutos los cuales sintió eternos hasta lograrlo.Se movió en silencio, camino por el pasillo hasta encontrar las escaleras, al minúsculo ruido se ocultaba con gran nerviosismo, logro llegar al despacho donde comenzó a buscar como loca el pasadizo oculto que daba al sótano, movió los libros para así mover uno de los estantes.

—!No se me acerque!

—Shhhh soy yo Ino.

—¿Hinata?

—Soy yo. -Se abrazaron con fuerza, ante los quejidos de Hinata Ino la soltó.

—Lo siento.

—¿Dónde está Amaru?

—Se la llevaron, ha-hace unos minutos ¿Cómo lograste salir?

—Con esto, Ino va-vamos a irnos esta noche.

Suspiro en la soledadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora