-Hola
"¿Un whats de quien?"
-Hola:)
-Como estas?
-Bien y tu?
-Bien
-Que bueno
-Si sabes quien soy? verdad?
-Disculpa pero no:(
-Meredith, soy Luis, borraste mi numero o que?
Oh ¡maldita sea! Pensé que jamás volvería a saber de él.
-Oh, disculpa. que paso?
-No nada solo quería saber como estabas
-Pues estoy bien, oye estoy algo cansada y me ire a dormir, buenas noches
-Buenas noches Mer, descansa
Y después de eso apague el celular. No quería saber nada de nadie. Ya bastante daño he tenido y aunque suene muy extremo creo que es momento de dejar las relaciones por un tiempo. Y si me siento algo cansada, así que me acosté y no tarde en quedarme dormida.
Me despierto con un dolor de espalda terrible. Gracias al maravilloso día de ayer no pude descansar y para colmo estoy aporreada. Pero tengo que ir a trabajar a mi estudio; hace tres semanas que se me hizo un encargo de una pintura y la verdad no he avanzado nada. Necesito apurarme con eso. Reviso mi armario en busca de un conjunto sencillo para pintar, todavía no se me genera la costumbre de utilizar mandil por lo que la mayoría de mi ropa se encuentra con manchas de pintura. Me visto con unos shorts y una blusa floja, cuello redondo y gris, unos tenis negros y lista para trabajar. La ventaja de mi estudio es que logre comprarlo justo enfrente de mi edificio. Y aunque mi papá siga cuestionándome el porque en lugar de comprar un estudio no compre una casa mas grande para mi, la respuesta es muy sencilla: por el momento solo soy yo y mi apartamento, que cuenta con dos recamaras, un baño, cocina/comedor y un espacio mínimo de sala, es perfecto, aparte de que yo quiero salir de mi pequeña rutina. Salgo del edificio cruzo la calle y entro a mi querido estudio. Observo que el espacio es del tamaño de mi apartamento, las medidas perfectas para tanto material que conservo. La paredes están llenas de murales, a excepción de una, que la guardo para todas las frases que me gustan y con un plumón las escribo. Me acerco al conjunto de mesas para empezar a trabajar con la pintura de óleo. El bastidor sigue en el caballete y solo se ven los trazos de un jugador de handball. Es curioso porque hasta hace tres semanas ni sabía que existía ese deporte, pero tuve que hacer una pequeña investigación para poder saber y sentir lo que estaba pintando. Me coloco mis audífonos y me sumerjo en una bonita sensación de paz, me encanta pintar o dibujar porque a diferencia de la lectura, yo aquí creo mis propias historias, pongo una parte de mi en cada cuadro. El golpeteo de la puerta me saca de mi trance. Al abrir veo a Marco, la persona que me encargó el cuadro de handball.
-Hola Meredith, disculpa molestarte.
-Marco, que sorpresa. No hay problema, pase. ¿Qué lo trae por aquí?
-No vengo a molestarte con lo del cuadro, pero como sabrás justamente yo soy entrenador del deporte que estás pintando. Y estoy buscando mujeres para formar un equipo. ¿Te interesaría?
-La verdad el deporte no es lo mío, y aunque en mi investigación me pareció interesante, no creo poder tener tiempo.
-Vamos Meredith, ¡anímate! No creo que te quite mucho tiempo, solo entrenamos 3 horas diarias.
-Bueno. Iré a entrenar. Aunque debo advertirle que pocas veces he hecho ejercicio en mi vida.
-No te preocupes. Ahí te enseñare. Entonces te veo hoy a las 4. En el club deportivo que está a seis cuadras de aquí.
-¿Siempre han entrenado ahí?
-Claro, ¿porqué?
-Es que es muy cerca y se me hace aún mas raro que no haya escuchado del deporte.
-Sí, creo que porque te la pasas encerrada aquí
-Creo que sí. Bueno lo veo al rato.
Lo observo retirarse en su camioneta y yo continuo con mi trabajo. Sé que en algún momento me arrepentiré de aceptar, pero es bueno probar cosas nuevas.
ESTÁS LEYENDO
Destrozando Sueños
Teen Fiction-¡Como quieras!-No pude evitar gritarle mientras las lagrimas corrían por mi mejilla. -Meredith, lo siento, no quiero que esto termine mal- Fue lo último que escuché antes de salir corriendo de ahí. No todas las historias empiezan con un "Había una...