Creyendo que se había librado de él, se equivocó por completo.
Estaba fuera, aunque no se dio cuenta de su presencia hasta más tarde, cuando gimoteó en voz alta. Estaba lloviendo a cántaros, no parecía que iba disminuir la intensidad con que caía la lluvia cuando lo vio, debajo del toldo que estaba extendido a lo largo, por encima de sus cabezas y les protegía del manto de agua que caía. Al parecía ser, se había quedado ahí para resguardarse de la lluvia. Apartó rápidamente el rostro cuando sus miradas chocaron sin querer, pillándola en el acto.
Todo era fantástico, llovía y estaba a solas con él a menos que corriera en una loca carrera por llegar a casa. No estaba por la labor de correr y mojarse. Así que se quedó y rezó para que la lluvia terminase.
Pronto.
- No parece que amaine - le dijo, desanimándola.
Tenía ese efecto.
- ¿Por qué no la acompaña el bueno de Eddy?
Lo fulminó con la mirada y se abrazó con sus brazos porque comenzaba a sentir frío.
- No sabía que tuviera que estar a mi lado.
Lo miró por el rabillo del ojo y creyó que se había encogido de los hombros.
- No sé; siempre habéis estado juntos, usted corriendo detrás de su estela. Quizá, le moleste que esté conmigo.
¿Él estaría complacido porque Edward se molestara por ello?
Lo más seguro era que... sí.
- Lord Myers, perdóname si le ofendo - él le respondió subiendo las manos en un gesto de despreocupado -, pero no le he dado ninguna señal para que me dé ningún tipo de conversación.
- ¿Eso estaba haciendo? Puede que sí, quería matar el tiempo para que no me aburriese.
Metió las manos en los bolsillos de su abrigo y le observó quedarse quieto, como una estatua para admirar. La joven resopló para sus adentros y echó de menos el haber echado el suyo. Pero no sabía que iba a llover, en un intento de defenderse por su idiotez. Intentó no temblar e incluso, reconsideró en volver hacia el local, dando entender que no soportaba más la presencia del hombre.
Era más por orgullo...
Acabó porque se le castañearan los dientes. Si llegara a pensar en cosas bonitas como una chimenea bien caldeada, una manta calentica, un chocolate... no sería la sensación tan helada. Antes que pestañeara, se vio envuelta por una calidez inesperada y un aroma desconocido, despertándola del trance que se había sumergido.
- No quiero que enferme.
No podía quedarse más boquiabierta que en ese instante.
- No, no lo necesito - farfulló.
- Insisto.
Aunque sus ojos siguieran ser los más fríos que había visto, denotó cansancio en ellos. ¿Pudiera ser que fuera humano después de todo? No, seguramente que lo hacía con un propósito. Él lo hacía siempre. Como si le hubiera leído el pensamiento, sus labios se torcieron en una sonrisa burlona, dando un paso hacia atrás.
- Ya me lo mandará de vuelta - aunque hubiera preferido dárselas a un erizo antes que a él.
- Gracias - no muy convencida, extrañada con una prenda de él.
- No se las merece. Parece que está cayendo con menos fuerza.
Sí, parecía que fuera así.
- Se lo devolveré.
- No se preocupe, por ahora, no lo echaré de menos.
Se miraron con el sonido de la lluvia cayendo, ahora con más suavidad, siendo una música agradable de oír. Se despidió con un movimiento de la cabeza, rompiendo ese contacto raro que habían tenido, y salió de allí, corriendo, no iba a ser que cambiara de opinión respecto a él.
Lord Myers era una mala persona; no iba a creer que había cambiado.
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No soy como él (Volumen I)
Historical FictionEs un borrador que le iré dando forma conforme vaya escribiéndola. Nadie espera que el primer amor sea el que traiciona y rompa en mil pedazos su corazón. ¿Podrá sanar de las heridas, de la desconfianza y del dolor?