38. Futuro brillante.

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     El problema no fue ver a Bill Cipher —de todas las personas existentes en el mundo— observándolo como un desquiciado en el lugar. Claro que no. El problema fue saber dónde encontrarlo al momento que decidió desaparecer como si nunca hubiera estado ahí en algún momento, sin dejar rastro alguno de su imponente presencia.

Dipper trató de correr hacia donde se encontraba aquel rubio, pero para su mala suerte fue detenido por las docenas de maestros y estudiantes que se abalanzaron sobre él para felicitarlo y lograr aparecer en las imágenes que los medios estaban tratando de tomar de él por su reciente victoria en la competencia nacional de ciencias.

Aunque trató de pasar desapercibido y poder seguir con su camino, le fue imposible poder salir rápidamente cuando incluso Mabel y Soos se acercaron a felicitarlo sin darle posibilidad alguna de escape para perseguir su objetivo. Podía escuchar la molesta voz de aquella presentadora halagándolo y preguntándole cosas que realmente no escuchó con claridad. Sus pensamientos estaban sumergidos en una sola persona, y en la razón para haber llegado hasta allí solo para verlo.

No podía encontrar alguna explicación para el comportamiento del alfa rubio, y eso lo molestaba porque se sentía como alguna clase de conejillo de indias que Bill podía ver cada que quisiera, asomándose sobre la jaula en la que permanecía. Parecía controlar sus acciones, y eso le molestaba mucho.

A pesar de todo, se negó a verse intimidado, sabiendo que estaba siendo observado. No permitiría demostrarle alguna clase de debilidad, sabiendo la clase de sujeto que podía llegar a ser.

Tardó un aproximado de veinte minutos en lograr librarse de toda aquella presión, y sin importarle los llamados de su hermana y Soos, corrió con toda la energía que tenía en dirección donde había visto al alfa anteriormente, con la esperanza de poder verlo allí, sonriendo tan arrogante como siempre y poder cuestionarlo sobre sus razones para verlo ahí de todos los lugares.

Pero Bill no estaba, se había ido. Y lo único que pudo sentir fue su escaso e hipnotizante olor en el lugar, que desapareció tan rápido como lo sintió. Eso fue todo lo que necesitó para convencerse de que no había sido una ilusión, y que realmente había estado allí observando todo el espectáculo, en especialmente a él luego de haber humillado a su raza y a él mismo cuando lo superó en tiempo record.

Maldición, gruñó el castaño mientras apretaba los puños y daba media vuelta regresando sus pasos para salir del lugar. No esperaba encontrarlo, realmente sería imposible sabiendo la increíble agilidad que poseía. Pero aun así, guardaba una pequeña esperanza de que Bill aun estuviera por allí y poder encontrarse con él para hablarle y cuestionarle. No era algo que estuviera dispuesto a hacer muy a menudo, pero sabía que eran pocas las veces en las que podría charlar con él en persona desde que se alejó hace más de un año, y había querido aprovechar el momento.

Parece que ese alfa idiota no estaba dispuesto a ello, al menos no por ahora. Y Dipper no podría hacer nada al respecto hasta que quisiera acercarse por su cuenta propia. Bien, jugaría su juego. No le importaba en lo más mínimo ese rubio. Si no quería verlo, bien podría alejarse cuanto quisiera.

Aunque sabía, que eso no era tan cierto a como lo pensaba que era.

El resto del día fue aburridor, lleno de felicitaciones de personas que nunca antes había visto y que parecían pensar ser sus amigos desde hace años. Dipper los ignoró por completo mientras caminaba junto a Soos y Mabel fuera del lugar. Para su suerte, habían logrado perderlos mientras más se alejaban hasta llegar a su hogar. Ambos sorprendidos por la repentina indiferencia del castaño, pero atribuyendo esto a la molestia ocasionada por todo el público que se había visto encantando por su actuación tan peculiar.

Three || BillDipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora