A Kotoha no le gusta el contacto físico.
No tiene buenos recuerdos de ello, pues el contacto lo relaciona muchas veces con golpes.
En la cara, en la cabeza, en el estómago, en el torso, en los brazos y piernas, en los pies y manos.
Y el único contacto físico que no es violento, son las pequeñas manos de Inosuke en sus mejillas. Que le hacen cosquillas y le sacan una sonrisa y le brindan calidez tierna.
Únicamente soportó el contacto con las personas del culto porque estos estaban tratando sus heridas y tenía que quedarse quieta.
Tal vez no tanto por los temblores en su cuerpo con el miedo de que pudieran hacerle algo si bajaba la guardia, pero tratando de no moverse para que pudieran terminar y así, alejarse de ella.
A Kotoha, no le gustaba el contacto físico. Y aunque no mostrara los dientes como un animal salvaje, sí mostraba desconfianza o recelo.
Sólo manteniéndose en silencio junto a su bebé, a quién le cantaba y le hacía promesas con sonrisas y desbordante amor maternal incondicional.
Y aunque Kotoha trataba de no ser una molestia o causar problemas, habían veces en las cuales por no caminar bien o coordinar sus movimientos, terminaba lastimándose.
Y en una de esas ocasiones, quien trató su herida (un moretón en una de sus mejillas a la altura de su ojo derecho) fue el líder del culto, Douma.
Pues fue él quien la encontró y quien amablemente la levantó del suelo. En una mañana con el cielo cubierto en su totalidad por nubes grises.
Kotoha se tensó, con miedo a haber cometido una equivocación. Pero Douma simplemente le sonrió, tomando su mano para tratar su golpe.
(Porque Kotoha era bonita y bonita, debía quedarse).
Kotoha miró pasmada la manera tan delicada con la que Douma tomaba su mano, sintiéndose extraña. Porque, nunca nadie le había tomado la mano de esa forma.
Pero más atónita quedó, cuando la sentó frente a él —donde siempre él solía sentarse cuando una persona nueva llegaba y entraba al culto—, y apartando algunos mechones de su cabello con movimientos lentos pero delicados, empezó a revisar la zona donde el moretón estaba.
Era un hecho insólito para Kotoha, quien siempre tuvo que soportar los golpes y maltratos tanto de su familia como la de su esposo y suegra.
Su tacto era tierno y por supuesto, distinto al de su amado hijo.
Solamente cuando sintió su pulgar en su mejilla, fue que notó que estaba llorando en silencio.
Y al parpadear, y mirar a Douma, fue que se halló con una sonrisa pequeña pero suave como su mirada.
Una que incrementó sus lágrimas e hizo temblar sus labios para al final, sonreír y posar sus manos sobre las suyas paulatinamente.
(—Que importaba que fuese una mirada de lástima. Mientras no fuera iracunda o despectiva o de rechazo, estaba bien—).
Entonces Kotoha pensó que el contacto físico no era tan malo o desagradable.
No mientras Douma fuera quien lo hiciera.
-Traumada Taisho
Sí, este es mi headcanon.
Y me arrepiento de no haber ahondado en esto antes; pues, obviamente si una persona sufre de constantes abusos y maltratos (físicos, en este caso), no va a querer que nadie lo toque por temor a ser herido otra vez.
Pero bue', espero les haya gustado (?).
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Gently [Kotoha-centric]
Fanfiction[Drabble/Semi-AU] A Kotoha no le gusta el contacto físico. (Pero si es Douma, entonces está bien).