Tying Up Loose Ends

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Los murmullos no faltaban, las sonrisas brillantes y las miradas astutas se daban en medio de esos instantes muertos, nadie esperaba menos de aquel hombre. Después de todo, se esperaba mucho de los extranjeros y más de alguien que incursionó y deslumbró en un país asiático donde la disciplina y la destreza laboral eran clave para triunfar, sumado a un sin número de virtudes. Dino Golzine era un personaje que temer; sus claras ideas, sus altas expectativas, sus objetivos y sus relaciones eran dignas de un competidor voraz para el mundo de la industria hotelera.

Los invitados quedaron satisfechos ante la conferencia, todos ansiosos a ver hasta que punto llegaría la marca del mayor. Después de aquello, el estadounidense-francés ofreció un tour por el hotel a su mando para aquellos que dispusieron de su valioso tiempo.

La construcción era digna de contemplar en toda su extensión y el rubio castaño de ojos azules lo sabía perfectamente. El celular en mano, la cámara disparando a todo detalle que veía y su intrépido semblante resplandeciente.

Todo se vino abajo cuando una necesidad humana se hizo resaltar en su cuerpo haciéndolo detener en seco, se maldijo por dentro al no tener control de su vejiga en una situación tan inconveniente.

Cuando quiso preguntar sobre los servicios higiénicos, se dio cuenta que, en su distraída mente, los demás ya no estaban al alcance de su vista. Cerró los puños, guardó el móvil y empezó a buscar en varios lugares. Incluso tuvo que subir un piso con prisa porque ya no tenía más tiempo que perder. La señalización de una figura masculina de color azul al borde de una puerta le hizo entender que era lo que más deseaba encontrar en ese momento, cantó victoria en su interior y entró al lugar.

Mientras se disponía a deshacerse de aquella incomodidad, escuchaba unos minuciosos sonidos, provocando que se apresurara más de lo debido. Al salir del cubículo con sigilo, se acercó a unos centímetros, bajo la mirada viendo el extremo de una casaca de color naranja saliendo por la abertura baja de la otra puerta y los raros ruidos comenzaban a hacerse más audibles. Eran quejidos, no podía diferenciar perfectamente, pero no eran de placer, eran de dolor.

Un pequeño temor creció dentro del ser de Griffin, lo cual provocó que lavará sus manos y saliera casi huyendo del lugar. Ya estando fuera, podía ver el pasillo en que se encontraba. Las puertas anchas, con esculpido minimalista y colores claros, las estatuas en medio de la arquitectura, el suelo de color madera y las perillas doradas que te invitaban a girarlas. El estadounidense no dudó en sacar su aparato electrónico y empezar a tomar ciertas fotos mientras caminaba intentando quitar la mala experiencia que pasó en el baño.

La secuencia se rompió cuando vio una de las puertas de forma semiabierta, dando un pequeño espacio al interior de la habitación. Cuando el joven se dio cuenta de esto, el flash de la cámara se había disparado y una nueva fotografía se almacenaba en su celular mientras que él estaba sorprendido y cautivado por lo que veía.

Un cabello azabache, largo y celestial se deslizaba por la espalda casi desnuda debido al conjunto que aquella dama traía, su posición dejaba ver su mejilla de delicado color rosa que contrastaba de manera maravillosa con el tono algo amarillento de su piel y el brillo lunar.

Que extrañamente linda es.

Cuando salió del encanto debido a una fuerte sacudida de cabeza, decidió dejar de observar a la chica y continuar su camino, su mente estaba ahondada en la curiosidad y la controversia, tanto que no notó cuando un alto y fuerte hombre de color chocolate se cruzó ante él.

— ¿Sucede algo? —dijo con tono grave causando que el rubio castaño se estremeciera en su lugar y lo viera, casi cayendo de espaldas por la gran diferencia de estaturas.

SUAVE LUZ [Banana Fish]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora