ENCUENTRO

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Aparco la moto justo delante del restaurante, me saqué el casco y lo colgué en mi brazo. Miré por el cristal, pero no veo a nadie conocido. ¿Y si todavía no ha llegado? No creo, ya es tarde. Ella siempre fue una persona muy puntual. Caminé hacia la entrada, los pies me pesaban como si fueran de plomo. Había una distancia de apenas 10 metros desde mi moto hasta la puerta, pero para mí es como si fuera un kilómetro. Sudo frío. Tiemblo... Pero sólo es un momento de debilidad, nada más al cruzar me recompongo. He aprendido a controlar mis sentimientos, la vida me ha enseñado a hacerlo. Los sentimientos te hacen débil y mostrarlos deja claro a los demás que eres débil. Fui totalmente sincera, me abrí a ella completamente, ¿Y que recibí? El peor golpe de mi vida. No iba a permitirlo de nuevo, ni ella ni nadie se iban a volver a reír de mí nunca más.

Busqué entre las mesas de la izquierda, pero ninguna cara me resultaba conocida. Una pareja con un niño pequeño, cuatro adolescentes comiendo hamburguesas como si fueran cerdos, un hombre en traje que probablemente estuviera aprovechando su descanso del mediodía para comer... Me giré a la derecha y ahí estaba. Se acababa de levantar justo en ese momento y me estaba mirando fijamente con esos ojos almendrados que a mí tanto me gustaban, en los que no podía evitar perderme una y otra vez. Ni una sola arruga, ni una sola cana. Nada. Absolutamente nada había cambiado en ella. Solamente el color de pelo, un tono más claro, pero apenas imperceptible. Caminé hacia ella despacio, mis pies seguían pesando una tonelada. Vi sus manos jugar con el extremo de la camiseta, estaba nerviosa, siempre que lo estaba no podía mantener sus manos quietas.

Annyeong La saludé con una reverencia, que ella me devolvió. Incómodo. Muy incómodo. La última vez que habíamos estado cara a cara habíamos hecho el amor y ahora nos conformábamos con una simple y fría reverencia. Como cambian las cosas ¿verdad? Nada más sentarme y tras dejar el casco sobre el siento de al lado se acercó el camarero para atendernos. Probablemente ya se había acercado antes a Yeo Jin para tomar nota y ella le habría respondido que estaba esperando a alguien más.

Un plato combinado número 6 y un agua juseyo No pude evitar sonreír mientras leía el menú. Plato combinado número 6. Siempre el mismo. 8 años, pero no había cambiado ni físicamente ni en sus gustos.

Yo el 11 y una cerveza juseyo El camarero hizo una reverencia y se fue. De nuevo la incomodidad se respiraba en el ambiente. Finalmente me decidí a romper el hielo No has cambiado nada Ella sonrió y... ¿se sonrojó? No es un cumplido Yeo Jin, no tienes por qué sonrojarte.

Creí que nunca cambiarías a tu bebé Sus ojos se dirigían hacia la ventana del local. Miré para allí y vi mi moto aparcada. Mientras que mi bebé era negra como el carbón, esta moto era roja como la sangre, como las mejillas de Yeo Jin cuando pasa vergüenza.

Quedó inservible después del accidente

¿Tuviste un accidente? Sus ojos se abrieron como platos y su tono de voz dejaba entrever su preocupación.

Sí, pero no fue nada grave. Sigo viva Bromeé para calmarla, o más bien, mentí. Es cierto que sigo viva, pero fue un milagro. Tuve una colisión contra un coche a 80 km\h y suerte que no iba a más velocidad, sino no estaría aquí para contarlo. Tres días en el hospital en coma, dos costillas rotas, rasguños por todo el cuerpo y una pierna fracturada... aún tengo la cicatriz de la operación a la que me tuvieron que someter, mi pierna quedó tan destrozada que tuvieron que colocarme el hueso en la posición correcta para que se soldase bien. Esto ocurrió hace varios años, pero de vez en cuando aún me resiento, aún me falla la pierna. Después de eso no me compré ninguna otra moto, mi bebé es irremplazable. Pero echaba de menos conducir, así que aproveché y alquilé esta Kawasaki Ninja 300 durante el tiempo que me quedé en Seúl.

El camarero se acercó a traer las bebidas y se marchó de nuevo ¿Qué te ha pasado? Exclamó cuando fui a coger la cerveza, agarrándome la mano que tenía vendada. Yo la retiré rápidamente en cuanto me tocó. Ella me miró de forma extraña y apartó también su mano.

No es nada, sólo un corte Respondí lo primero que se me vino a la cabeza.

¿Tantas vendas para un corte? Preguntó entornando los ojos. Conocía ese gesto a la perfección, no me creía, sabía que estaba mintiendo, pero me daba igual, no tenía por qué darle explicaciones y ella lo sabía porque no siguió insistiendo.

La melodía de mi móvil rompió el incómodo silencio que se había creado, menos mal. Miré la pantalla para ver quien era. Rodé los ojos y contesté, sabía perfectamente el motivo de esta llamada Bonjour ma chérie. Comment allez-vous?

Trés bien. Et tu? ¿Qué tal la comida con tu ''amiga''?

Trés bien aussi. Y ahora que ya has comprobado que no te estoy engañando, ¿quieres algo más? Respondí de forma fría. No me gustaba que fuera tan celosa, me agobiaba. Aunque ella pensara lo contrario yo no era de su propiedad. Si supiera que ya la había engañado unas cuantas veces...

No te llamaba para eso

Entonces, ¿para qué?

Para... preguntarte si esta noche te apetece a cenar a algún restaurante, ya sabes... tú y yo, cena romántica... Sonreí ante la idea. Cena romántica siempre iba seguida de noche apasionada. Un muy buen plan.

Claro... nos vemos esta noche. Je t'aime

Je t'aime aussi Y dicho eso colgó el teléfono.

Miré a Yeo Jin que me observaba con cara de pocker. No había entendido ni una palabra, al fin y al cabo, no hablaba... ¿francés? ¿Desde cuándo hablas francés?

Desde que vivo en Francia El camarero se acercó por fin con los platos. La verdad es que ya empezaba a tener hambre.

¿Número 11?

Para mí Respondí. Me puso el plato delante y luego hizo lo mismo con Yeo Jin. Gansahamnida Agradecimos al unísono al camarero, que hizo una reverencia y se retiró.

¿Entonces lo has conseguido? Yo la miré levantando una ceja sin entender la pregunta ¿Eres diseñadora en París?

Sí Fue mi corta respuesta antes de llevarme un trozo a la boca. 8 años, pero el sabor seguía siendo el mismo. Sabor a América.

Enhorabuena. Es lo que siempre habías soñado ¿no? Una sonrisa se dibujó en su rostro. Era una sonrisa sincera, realmente se alegraba de que lo hubiera conseguido.

Gansahamnida Respondí tomando otro bocado. A partir de ahí la conversación se volvió más agradable y amena. Hablamos de cosas sin importancia, me contó de qué trabajaba y yo le conté cosas sobre mi trabajo como diseñadora. Le encantaban mis historias sobre los famosos que había conocido, o sobre las modelos con las que había trabajado. Por primera vez desde la llamada de anoche pensé que quizá no había sido tan mala idea quedar con ella. Sin duda me alegré de verla y creo que ella también se alegró de verme a mí y, ¿por qué no decirlo?

La echaba de menos.

¿YABOSEYO?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora