Me encontraba en una especie de palacio o templo parecido al Taj Mahal cuyas paredes y pisos eran de terminaciones cerúleas y semitransparentes; yo era un niño pequeño, que por alguna razón me ganaba un bofetón y reprimenda de parte de mi madre. Mientras eso ocurría, yo podía a ver a una mujer observándonos: Más bien, ella me observaba a mí, con gesto despectivo, y en su mirada se veía que aprobaba el castigo al que yo era sujeto, y esto me hacía odiarla.
Yo me sentaba luego a escribir un breve cuento de terror, mencionando cómo es que esa mujer era enviada al infierno, apareciéndose luego en mi habitación como un fantasma condenado que se me aparecía de adulto, presentando esa misma odiosa expresión despectiva en sus ojos.
Sin saber cómo, el cuento parecía volverse realidad: Yo me volvía un adulto, y encontrándome escribiendo en mi habitación de noche, se me aparecía el horrible fantasma de la mujer, mirándome despectivamente, luciendo igual que un alma condenada que regresa del infierno.
Lo más curioso es que yo reconocí a esa mujer como una de las psicólogas del colegio donde asistí en mi adolescencia: Es curioso que la viese de esa manera, puesto que yo jamás le tuve ninguna clase de resentimiento ni entonces ni ahora.
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Diario de Sueños y Pesadillas
Non-FictionPues eso, un diario de las cosas que sueño últimamente.