Habían pasado meses, quizá años desde que había tocado su violín, extrañaba sentir la música fluir por todo su ser, tocar y olvidarse completamente del mundo durante esos instantes.
La tarea de ordenar su habitación paso a segundo plano, siendo reemplazada por darle mantenimiento a su violín y tratar de recordar alguna canción de cuyas partituras se acordase a la perfección, ya que todas habían sido destruidas en el incidente hace unos meses. "Carol of the bells" se repetía una y otra vez en su mente, hasta que finalmente puso su violín en la posición adecuada, lo afinó y comenzó a tocar.
Simultáneamente Enoch daba mantenimiento a la que era su más preciada posesión, ese viejo piano vertical que milagrosamente todavía estaba en perfectas condiciones, ese que no aprendió a tocar hasta que se sintió perdido sin las ocasionales visitas molestas de Victor, o los ensayos de violín de Arantza, esas dulces melodías que se podían oír perfectamente si prestabas atención. Dicha tarea se vio interrumpida cuando, desde el otro lado del pasillo, las primeras notas inconfundibles de "Carol of the bells" comenzaron a sonar, con esa delicadeza y ritmo que solo Arantza les sabía dar.
La melodía lo atrapó por unos segundos, justo después a su mente llegó la idea de acompañarla con el piano, tenía las partituras y había practicado esa canción cientos de veces. Se sentó en el taburete, con los dedos apoyados suavemente en las teclas sin llegar a presionar, esperando el momento indicado para empezar a tocar.
Poco pasó antes de que en la casa entera resonara aquella conocida melodía navideña, la armonía perfecta que formaban el piano y el violín logró que todos prestarán atención a ello, incluida Alma Peregrine, quién se permitió cerrar los ojos y sonreír ligeramente con aquella carta recién llegada en sus manos, la remitente de dicha carta sería apenas el primer paso para la mejora de Arantza, y con ella de la misma Alma, tal vez la niña no sea la única persona que necesita ayuda psicológica.
La violinista casi se detiene al escuchar el piano desde el otro lado del pasillo, sin embargo combinaban tan bien que no pudo permitírselo, decidiendo cruzar dicho pasillo en dirección al origen de aquel otro instrumento. Definitivamente la imagen de Enoch, el verdadero Enoch, tocando el piano es algo que estará presente en su memoria hasta el fin de sus días.
— No sabía que tocabas el piano.— comentó Arantza tras las últimas notas, logrando sobresaltar a Enoch por la repentina cercanía.
— No me sorprende, aprendí hace poco. — respondió él, rascando la punta de su nariz, para luego moverse hacia la izquierda dejando espacio para que Arantza de sentará en el banco.
— ¿Por qué nunca te escuché? — el ceño de la chica se frunció.
— No lo sé— respondió él— Fue poco después de lo de Victor, luego vino Avocet y todo se fue al carajo, así que...— se encogió de hombros antes de presionar una que otra tecla del piano distraídamente— Me alegra que no hayas escuchado, sonaba horrible en los primeros intentos.
— Me aislé tanto... De todos. — murmuró ella mientras acariciaba suavemente las cuerdas de su arco.
— Nadie te culpa por eso, en serio. — Enoch le dedicó una débil y efímera sonrisa antes de volver a centrar su atención en las teclas aleatorias que tocaba en el piano.
— El Ave dice que debo meditar... Para empezar a controlar mis emociones, que son las causantes de mis explosiones— comenzó a decir ella, dejando el violín a un lado—. También dijo que ella no puede darme la atención psicológica que necesito, dijo que pediría ayuda a una de sus amigas.
— El Ave tiene un conocimiento y entendimiento bastante amplio sobre las situaciones que has pasado, es eso mismo y sus sentimientos los que le impiden ser objetiva respecto a nosotros y ella misma. — dijo Enoch, aún distraído, pero escuchando atentamente las palabras de Arantza.
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Crystals (Enoch O'Connor)
FantasyCrystals •|• Enoch O'Connor "Un millón de sueños para el mundo que haremos." (Miss Peregrine y los niños peculiares fanfic) (Enoch O'Connor fanfic)