Nuevamente esta sensación de vacío me invadió y sentí calma. No, no tengo tiempo. No puedo sentirme así, ¿Qué pasará con los demás? No, tengo que sacarlos de aquí, no puedo seguir así. Despierta por favor. ¿Por qué mi cuerpo no responde? Por favor, por favor, solo despierta, los demás no tienen más tiempo. Por favor, cuerpo mío, te suplico...
Me levanté abruptamente, tosiendo, adolorida y cansada, en una sección que no conocía. Era enorme y espaciosa, pero muy sucia y con hedores tan fuertes que casi no podía respirar. Comencé a observar a mí al rededor con mucho dolor, sintiendo el peso de cada movimiento. Todo era demasiado oscuro, era notoria la lejanía de aquel lugar, hasta que observé una enorme entelequia, moviéndose, palpitando, ni en mis más descabellados sueños podía imaginar criatura igual. Similar a un montículo de gran magnitud, negro, vaporoso, sucio y enredado, sin duda, aterrador e imponente.
- Oye - Escuché a lo lejos, me giré en la dirección de la cual provino y vi a una clase de serpiente gigantesca hablándome - Ten cuidado cría humana - Solo pude girarme a ver a aquel montículo aparentemente dormido - ¿No sabes lo que es? - Solo negué con mi cabeza, temiendo que mi voz lo despertara - Ustedes, criaturas inferiores, nos encierran y ni siquiera se toman la molestia de reconocernos.
- Disculpa pero yo no los encerré, es más, ahora intento sacarlos.
- Eso da igual, o acaso ¿Crees que por hacer eso eres mejor que los demás? - Enmudecí y baje mi cabeza avergonzada, sabía que sin importar lo que hiciera, nunca podría ser mejor ... Siempre seré este patético intento de humano decente - Cadejo.
- ¿Qué?
- Esa es la raza de la criatura a tu espalda. Un cadejo. Pero no te confundas, no es solo un cadejo común.
- ¿Qué es entonces?
- ¿Acaso quieres que te de todas las respuestas? Ni modo, eres demasiado estúpida para encontrar la respuesta tu misma. Normalmente los Cadejos son enormes criaturas que, dependiendo de su ambiente, pueden adoptar la forma de enormes perros guardianes, o de enormes lobos cazadores, sea cual sea, los cadejos adoptaran esa forma toda su visa, así podemos hablar de pequeñas variaciones de especie. Sin embargo, para este caso, no se trata solo un enorme lobo, sino que, además, de un espíritu inquieto.
- ¿Qué quieres decir con eso?
- ¿Qué qué quiero decir? Humana tonta, obviamente me refiero a que su alma esta dañada, ahora es más similar a un perro agresivo a acusa de sus traumas que al imponente guardián que algún día fue. A este paso, será una de las criaturas maquiavélicas que solo figuran en las más siniestras pesadillas.
Posterior a esto, solo quedó en más evidencia la locura de aquella criatura. Una locura ostentosa y grotesca, fácilmente horrorosa y siniestra. Gritaba cientos de cosas poco entendibles con una singular euforia. Tanto así, que las demás criaturas se unieron a su bullicio, algunos tratando de callarla, pero los otros, la minoría, seguía su locura. Bufidos, quejidos, gritos y siseos, toda clase de sonidos eran audibles, hasta que uno de ellos en particular me alertó. Al voltearme lo reconocí sin problema alguno. Era un sonido parecido al gruñido de un lobo, y provenía de aquel supuesto Cadejo, en pie, era aún más enorme de lo que había visto, y, ciertamente, poseía fuertes similitudes con un lobo, solo que mucho más peludo y con una clase de aura desordenada y confusa. Sus pisadas eran fuertes e imponentes, solo le bastó estar de pie para que muchas criaturas se callaran del miedo. Entonces, de nuevo, la serpiente retomó sus gritos y le exigió tragarme, devorarme, terminar de corromper su alma devorando a una criatura más indefensa sin tener un motivo. El Cadejo la miró y gruñó fuertemente, y la serpiente se ocultó en si misma por el miedo. Después de mirar a la serpiente, volví mi vista, y el Cadejo me estaba mirando fijamente, con furia, yo solo, no podía apartar la vista. Entre el pánico y el susto, me alejé poco a poco de la serpiente, cuando ya estuve lo suficientemente lejos, el Cadejo volvió a su posición y se recostó.
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Mi destino como Villana.
Ficção AdolescenteTodas las historias tienen dos versiones, una linda y radiante llena de bellos sentimientos, y otra fea y lúgubre de la que nadie quiere tomar atención. Constantemente, la vida me enseño que las personas que vivían una buena vida, llena de lujos o...