latte macchiato

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  La brisa fresca de los primeros días de primavera se colaba por la ventana que alguien había dejado abierta, obligandolo a taparse hasta la cabeza, más por comodidad que por frío. La suave cama parecía succionarlo como si no quisiera dejarlo ir, y él estaba más que dispuesto a sucumbir a los deseos de posesivo colchón que no quería soltarlo. Y es que nadie podía culparlo, una mañana fresca de septiembre   específicamente un domingo, se prestaba perfectamente para estar en aquella cama al menos todo el día.

Se dio la vuelta buscando la fuente de calor tan conocida para él, pero no encontró nada, volvió a tantear con el brazo la superficie de la cama y muy de mala gana abrió uno de sus ojos.

Como odiaba despertar y que Siren no estuviera a su lado.

De mala gana se sentó en la cama, aún tenía sueño pero ya no podía volver a dormir a menos que sintiera los brazos de su esposo tomando su cintura posesivamente, se había acostumbrado demasiado a aquella sensación. Su creciente mal humor se borro casi al instante cuando sintió el olor tan característico a pan tostado.
Estaba seguro que Siren se había despertado temprano para llevarle el desayuno a la cama.

Si alguien le preguntaba como era su vida, no tendría más que responder que perfecta,  porque si sentía que tenía una vida perfecta, no eran pocas las veces que se quedaba pensando en lo mucho que había pasado y en lo hermoso que se sentía todo.
Sabia de muchas personas que necesitaban grandes y ostentosas cosas para ser felices, pero en su caso la felicidad se encontraba en aquel departamento 3 ambientes que compartía con los amores de su vida; también estaba en aquel pequeño parque en el que sacaban a pasear a cleo, o en esa preciosa casita en la playa que le había regalado Siren en su sexto aniversario.

Realmente no necesitaba nada más, no quería nada más.

Tantas cosas habían pasado que dudaba recordarlas todas  juntas, pero tenía todos esos momentos muy presentes en su memoria.

¿por donde podría empezar a contar?

Bien, todo comenzó cuando en un ataque de valentía había dejado la carrera de administraciónde empresas y decidió dedicarse a lo que amaba, pues se había graduado de la universidad de letras hace ya bastantes años, con un promedio sobresaliente, la ceremonia había sido de lo más emotiva, definitivamente uno de los grandes momentos de su vida. Y a la salida... realmente podía recordar la lluvia de harina y huevos a la que lo sometieron sus amigos y conocidos cuando salió del establecimiento.

"lo siento cariño, pero tengo que hacerlo" le había dicho Siren antes de estrellar un huevo en su frente, había sido divertido, no tanto así los 15 baños que tuvo que darse para quitar el engrudo de huevo y harina de su cabello.

Había comenzado a trabajar como profesor de literatura en un colegio de la zona, realmente amaba su trabajo y a sus alumnos, también estaba seguro que sus alumnos lo amaban a él, por algo (y por supuesto que no quería presumir) lo habían elegido como mejor profesor 4 años consecutivos.

si, ¿para que negarlo? , era algo genial.

La relación con sus padres había mejorado enormemente, tanto que casi no parecían las mismas personas, los veía relajados y mucho más felices que nunca.
Para su suerte, no había pasado mucho tiempo hasta que aceptaron a siren con los brazos abiertos en su familia, incluso muchas veces sentía que su propio padre amaba más a su novio que él mismo.

"¿por qué siren no vino contigo?, ¿la próxima vez vengan juntos, si?" solía decir su padre cuando iba a visitarlos solo.

Era increíble como aquel hombre rígido y soberbio era aquel que ahora se sentaba frente a él televisor con su yerno para gritarle a los jugadores de algún deporte cualquiera que pasaran en aquel momento.
O buscaba excusas para hacer alguna parrillada en familia y pasar horas al lado del asador hablando con siren de algún tema que les pareciera interesante a ambos.

latte macchiato - castillos en el marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora