🅤︎🅝︎🅘︎🅒︎🅞︎.

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En algún lugar, de algún pequeño pueblo. Él se encontraba ahí.

Estaba en una cafetería, sentado sosteniendo un humeante café.

Era invierno. Sus manos eran cubiertas por unos guantes de tela, tejidos a mano. Alguien especial se los había regalado en su cumpleaños, hace un par de años. Usaba un abrigo de color azul oscuro. Y su pálido cuello llevaba una bufanda.

Una bufanda que él mismo le había regalado.

Ojos filosos y de color azul. Uno oscuro y bastante profundo, casi sin brillo, cubridos con pestañas oscuras. Rasgos finos y piel pálida, tan pálida como la nieve que caía en esas fechas. Cabellera albina, pelos rebeldes caían y se posaban en su frente, algunos cubriendo su visión.

-. ¿Va a ordenar algo más, señor?.- una mujer que trabajaba en el lugar preguntó. Usaba un traje amarillo y su pelo era castaño claro, tenía una bandeja en manos.

-. Quizás, aún no he visto muy bien el menú. ¿Me da unos minutos? -la mujer asintió ante la pregunta del oji-azul y se retiró. El albino solo sostuvo su café entre sus delgados dedos.

¿Cuánto tiempo había esperado para esto?

Tenía veinte años ahora.. aunque si le preguntas podría jurar que hace poco tenía catorce. No hace seis años.

No veía a Gon desde ese entonces.

¿Hace cuánto fue su última llamada?

¿Hace cinco años tal vez?

Quizás tres.. esperaba que tres.

Había hablado con él de nuevo, fue por alguna red social que ya no recuerda. Hablaron sobre reencontrarse, que todo volviera hacer como en los viejos tiempos.

¿Que era exactamente los "viejos tiempos"?

Quizá cuando Killua se sonrojaba cada vez que Gon lo halagaba. Cada vez que tomaba su cintura en aquellas noches que compartían cama. Se avergonzaba cuando sentados en una mesa sus rodillas se tocaban, una sensación de calidez invadía su estómago e inevitablemente un sonrojó aparecía en sus mejillas.

Era raro, ¿Saben?

Era raro no poder evitar ver al azabache, su sonrisa o sus diminutas pecas. Cómo corría con tanta energía y como su mirada transmitía tantas emociones, muchas a la vez. Y aunque no podía dejar de mirarlo, tampoco podía verlo durante mucho tiempo. Su sonrisa... Wow.

Era brillante. No sólo su sonrisa o su apariencia pura, su personalidad inocente e impulsiva, su par de ojos ámbar aunque podía jurar que aveces eran de un color avellana, a veces más oscuro o otras mucho más claro. Su piel morena que era muy distinta a la de él. Se sentía cálida y no fría, transmitía calidez, al igual que todo en el prácticamente. No era tan delicada y no necesitaba tantos cuidados, apenas tocabas su pálida piel y lo más probable es que eso dejará un moretón más tarde. Su pelo azabache también era bonito, similar al pelaje de un cuerpoespin o algún animal salvaje, pero aún así era realmente bonito.

Todo en él era perfecto.

Tan perfecto que no podía evitar verlo, apreciarlo.

Tan perfecto que sentía que no podía verlo más de una cierta cantidad de tiempo porque de seguro se quedaría ciego.

Era raro que siempre que Gon le daba "mimos" se quejara, pero que por sus adentros pidiera más.

Era raro que con sus otros amigos no sintiera lo mismo.

Era raro que ni siquiera supiera que sentía.

Era un sentimiento cálido y abrazante, le hacía sentir cosquillas en su estómago. Era molesto, al Gon decir ciertas palabras haría que fácilmente se le subiera la sangre a la cara, que se sonrojara.

Quizás eso eran los viejos tiempos.

Aún recuerda cuando lo descubrió.

Cuando descubrió que estaba enamorado de Gon.

No durmió muchos días por eso, estaba enamorado de su mejor amigo. Y seguramente nunca lo vería de esa forma.

Los viejos tiempos habían cesado.

Y lo habían hecho cuando más nunca volvió a recibir una llamada del azabache.

Acabaron cuando se vio al espejo y se dió cuenta que ya no era un niño.

Acabaron cuando se dió cuenta de algo..

Ya no era nada para él.











Espero por bastante tiempo en aquella cafetería, pero él no llego.

El albino caminaba con sus manos entre sus bolsillos, intentado mantener el calor. Su mente divagaba mientras que el manto de la noche empezaba a cubrirlo, el sol parecía escapar y esconderse entre los árboles del bosque que se encontraba en aquel pueblo sin nombre.

Y si lo tenía no se acordaba de cuál.

Realmente había pensado con volver a verlo, lo anhelaba. Pero no se pudo.

No importaba de todas formas, o por lo menos eso fingía.

Quizá el moreno se quedó ocupado pasando tiempo con su novia «y futura esposa».

La había visto en fotos, era linda; su pelo era negro y sus ojos eran verdes, un verde lleno de vida y brillo. Totalmente contrario a sus ojos. Labios carnosos y de color rosa, su nariz era pequeña y tenía hermosas curvas. Una sonrisa bella y parecía llena de energía al igual que él.

Entendía porque la prefería.

En unos meses los dos se casarían, el mismo Gon se lo había dicho por mensaje ¿Eso contaba como una invitación? Esa noche lloró mucho por lo que recuerda. Era estúpido realmente.

¿Cómo pudo pensar alguna vez que gustaría de él?

Idiota. Esa era la frase que se decía cada noche. Lo era.

Era un idiota.

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Iᴅɪᴏᴛᴀ. (ᵍᵒⁿᵏⁱˡˡᵘ/ᵏⁱˡˡᵘᵍᵒⁿ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora