Evento desafortunado.

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Era jueves por la mañana. Me levanté de la cama con la energía y ganas de preparar un desayuno nutritivo. Pocas veces ocurría, así que aproveche. Saqué de la alacena peras, manzanas, avena, leche, pasas, miel virgen y algo que decía "complemento nutricional" así que supongo es bueno.

Puse todo en la licuadora y comencé a batir. Por otra parte me puse a cortar algo de zanahoria, pepino y jícama, coloqué los cuadritos en un plato extendido y los rocié con chile en polvo.

Apagué la licuadora y vertí la mezcla en dos copas largas y puse una pajilla azul y otra verde. A mi abuela le encantaba el azul y a mi de pequeña el verde, ahora prefiero el negro, pero es más por la ropa. Llevé las copas y el plato con la fruta picada en una tabla larga hasta el cuarto de mi abuela. Estaba sentada frente al espejo con su bata de dormir azul y su pelo cayendo libremente por toda su espalda cepillándolo.Una de las cosas que me encantaban de mi abuela, era su cabello. Largo hasta la cintura, negro y lacio, aunque a decir verdad ya no era tan negro, pequeños destellos salían de él. Sonrió al verme entrar y dejo su cepillo en el tocador. Se levantó y se dirigió hacía mi.

-Oh, mi cielo. No debiste molestarte, esto es demasiado.- rió de felicidad. Yo aún con la tabla en las manos solo sonreí, estaba concentrada en mantener el equilibrio.- Pasa, pasa, cielo. Vamos, déjalo en la cama, ahora voy a alcanzarte.- me dijo mientras se dirigía al baño. Me coloqué en la cama, olía a su perfume. Lavanda.

Cuando hubimos terminado de desayunar comenzó a llorar mi abuela.

- Hey, hey ¿Qué pasa?- la mire preocupada. Pocas veces lloraba.

-Oh, mi dulce. N no es nada.- se secaba las mejillas con sus hermosas manos, ahora salpicadas de marrón y temblorosas.- Es solo que... Estoy en el momento más feliz de mi vida.- la abracé un rato, en cuanto nos separamos la mire a los ojos sujetando sus hombros y le dije

- Bueno, hagamos que sea mucho mejor. Ahora me levantaré e ire a lavar los trastes mientras te arreglas para salir. Hoy hay mucho por hacer.

En la noche, habiendo ido a conocer Madrid, mi abuela y yo nos sentamos en el sofá a platicar sobre nuestro paseo.

-_____. Quiero decirte algo. Cuando tu madre nos abandonó pensamos que era simplemente porque no estaba lista para ser madre, pero tiempo después descubrimos que se había ido por otro hombre. Un drogadicto delincuente. Y él, oh cielo, él fue quien mató a tú padre.- me quede paralizada. No sabía como reaccionar con esto. No estaba feliz, ni alterada, ni enojada. Estaba en estado neutro.

-Esta bien, abuela. Lo entiendo. No conocí a mi madre, pero conocí lo suficiente a mi padre. Y sé que él fue el hombre mas integro y recto que pude haber conocido. Él fue un ejemplo a seguir y un excelente padre. No hay nada más que decir o hacer. ¿Ok?. Ven acá.- había comenzado a llorar de nuevo. La abracé. Le dí un beso en la frente y con todo el amor le dije

- Te amo. Y no hay nada que puedas decir o hacer para que yo dude de mi cariño hacía ti abuela.- le dediqué una breve sonrisa.

-Oh, amor. Que feliz me haces, cielo.

Al día siguiente salimos a el centro comercial. Tomamos un taxi. Nos paramos en el semáforo, cuando se puso verde el taxista aceleró.

Un chillido.

Un movimiento.

Gritos.

Humedad.

Luego, nada.

Destinados. (Ruben y tu).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora