Hora de visitas

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Mike :

Esos dos estaban consiguiendo lo que querían, Alice estaba encerrada y no podíamos probar su inocencia, estoy seguro que ellos tuvieron algo que ver. Desde ayer no me dejan ver a mi novia pero hoy hay horario de visitas así que podré verla, salgo rápido hacia la comisaría, lo último que quiero es hacerla esperar, ayer logre calmarme gracias a Catherine y Matías, sino me hubiera quedado ahí toda la noche hasta que me dejaran verla, no pude dormir pensando en cómo estará, si necesita algo, si paso frío anoche en esa celda.

—Buenos días vengo a ver a la señorita Alice—llegue y le pregunte a quien estaba en esa supuesta recepción

—Déjeme ver el horario de visitas—se paso unos segundos mirando el horario de visitas hasta que por fin..—por ahí esta la sala de visitas, ahora mando a llamar a la señorita

—Gracias

Fui por donde me indico el señor, me senté a esperar a Alice, mire a mi alrededor, este lugar es un asco, solo pensar lo que va a pasar ella aquí encerrada me dan náuseas

—Alice—me levante en cuanto la vi, tenía ojeras y se podía ver a kilómetros que estaba cansada a pesar de que solo ha pasado un día

—Mike—corrió a mis brazos, ya la extrañaba

—Ven—le indique para que se sentará

—¿Como esta Sofía y los demás?

—Igual de preocupados que yo

—¿No han encontrado nada para probar mi inocencia verdad?—Bajo la mirada, estoy aguantando para no echarme a llorar, no me gusta verla así y se me rompe el corazón con decirle que no hemos encontrado nada

—No, pero no te preocupes, demostraremos que eres inocente, mi padrino es abogado, le pediré que nos ayude

—Gracias

—No tienes que agradecer nada Alice—le tome las manos y las cubrí con las mías

—Nunca pensé que acabaría en este lugar

—Alice tu eres inocente

—Pero nadie me cree Mike, Michel y Vanesa se las arreglaron para hacerme ver como la culpable y lo están logrando, nadie me cree cuando le digo que no robe nada—mis lágrimas amenazan con salir, verla así me hace querer matar a cualquiera

—Hey, te prometo que te sacaré de aquí

—Te creo Mike, confío en ti

—¡Se acabó la hora de visitas, formen una fila para llevarlas a sus celdas!—grito el guardia que estaba parado en la puerta, hizo que mi sangre hirviera

—¿Tan poco tiempo—susurro para mí

—Bueno ya me tengo que ir—dice poniéndose de pie y yo me pongo a su altura

—Vendré a verte en la próxima hora de visitas—tomé su cara entre mis manos para dejarle un profundo beso en los labios

Vi como se la llevaban, esa fue la peor cosa que ve vivido en mi vida sin duda, salí de ahí lo más rápido posible para ir a la universidad y buscar algo que demostrará que Alice es inocente, la escuela estaba vacía ya que era día de descanso, entre saltando el muro que rodea toda la escuela, con cuidado para que los profesores no me vieran, afortunadamente ninguno de los maestros estaba cerca de los casilleros, pasé por la cancha de baloncesto y los vi a todos ahí reunidos así que aproveché, camine con cuidado de no hacer ruido, no se si todos están en la cancha así que mejor hago silencio. Llegue a los casilleros y busque la llave de Alice para abrirlo, las cosas de Alice estaban todas desordenadas, empecé a rebuscar para encontrar algo que me fuera útil pero fue inútil, escuche el sonido de una cámara y me puse tenso de inmediato, busque con la mirada de donde venía ese sonido pero no vi a nadie, tal vez solo fue mi imaginación.

Me escabulli y salí de la universidad rápido antes de que algún profesor me pille, ya era casi las 8:00 de la noche así que me fui a mi casa, aparqué el auto y entre a la casa, salude a mi tía que estaba viendo televisión.

—Hola querido—dijo mi tía apartando la vista de la gran pantalla

—Hola tía—hice una mueca lo más parecido a una sonrisa, la verdad es que sonreír ahora no era mi mayor gusto

—¿Como esta Alice?—justo lo que quería que no me preguntara

—Bi...bien—trataba de hablar pero la voz me costaba

—Oh querido ven aquí—extendió sus brazos haciéndome quedar envuelto en ellos, no puedo más, rompí en llanto

—Todo saldrá bien—dijo acariciandome el pelo

—No puedo soportarlo tía, verla en ese lugar, saber que no está bien, que es inocente y nadie le cree, no encontrar evidencias que le puedan ayudar, no puedo más—después de decir todo eso, de desahogarme, siento menos peso en mis hombros

—Ella es una niña fuerte, veras que saldrá de esto y volverán a tener la misma vida de hace un mes atrás—Si no fuera por mi tía creo que ahora estaría bebiendo y llorando por toda la casa como un alma en pena.

Mi vida de humana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora