Capítulo 3

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Valentina POV

Se encontraba aburrida y cansada, había pasado las últimas dos semanas o estudiando o en clases. Y luego estaba esa chica, Juliana, quien había consumido su mente día y noche.

Le había hecho algo, definitivamente, y tenía la culpa de que se hubiera estado masturbando con más frecuencia de la usual. En las duchas mañaneras, en la cama durante la noche, alguna que otra vez en el sofá mientras veía una película (Y Eva la mataría si se enterara de eso). Incluso había regresado al baño de la universidad con la esperanza de volver a encontrarla.

En conclusión, estaba bastante desesperada y el hecho de que ni siquiera sabía qué aspecto tenía Juliana la ponía más inquieta.

Por eso no dudó en salir ese viernes por la noche, cuando Eva volvió al departamento y le dijo que tenía ganas de divertirse. Ni siquiera le gustaban tanto los clubes, pero era una buena distracción y le ayudaba a romper su interminable rutina.

Cuando llegaron moría por una bebida, así que caminó directo a la barra y compró un par de cervezas para Eva y ella. Pronto se sentaron en una mesa para conversar, hasta que su acompañante comenzó a distraerse con una despampanante rubia que caminaba hacia ellas, quien ahora se encontraba usando sus encantos con su amiga y cuando Valentina vio la sonrisa en su rostro supo que ya la había perdido para el resto de la noche.

Observó el lugar, había gente por todos lados bailando al son de la música y bebiendo lo suficiente como para entrar en un coma etílico. Fue cuando decidió que también podría bailar un poco, quizás la música la ayudaría a despejarse.

“Ya vuelvo” le dijo a Eva, que tenía ahora a la rubia sentada sobre el regazo.

Ajáfue lo que recibió como respuesta.

Rodando los ojos avanzó hacia la pista de baile, abriéndose espacio entre el mar de personas. Comenzó a bailar, moviendo su cintura al ritmo de la música y elevando sus brazos, cerrando sus ojos al dejarse llevar. Estaba bailando de manera sensual y lenta, provocando que su piel se perlara en sudor.

Sintió unas pequeñas manos en su cintura y al abrir sus ojos se encontró con una pelinegra de penetrantes ojos marrones. Bailaba con ella, siguiendo sus movimientos. Era muy hermosa, y en cualquier otra ocasión no le habría permitido el tocarla así, pero en aquel momento no le importaba, por lo que le sonrió.

La pelinegra continuaba moviéndose y se giró, aún a una distancia prudente. Valentina aprovechó para tomarla de las caderas, admirando la visión de aquel trasero. Verla de frente había sido bueno, pero aquello también era bastante especial.

Por puro instinto la acercó a su cuerpo, lo cual podría haber sido un grave error, pues ahora la chica estaba frotándose contra ella en el medio de la pista de baile y eso la estaba poniendo dura.

Mierda.

Ambas tenían la respiración pesada y estaban sudorosas, por lo que decidió darle un indicio de que debían bajar el ritmo, pues si sabía algo de su propia anatomía aquello podría terminar terriblemente mal.

Puso algo de distancia de nuevo al girar a la chica, sus frentes casi tocándose.

¿Quieres llevarme a casa? Mi amiga me abandonó” le dijo la pelinegra al oído.

Valentina podía leer sus segundas intenciones, quería decirle que sí sin dudarlo, pero no sabía lo que podría pensar de su condición. Igual se encargaría de dejarla a salvo en su casa.

Sí, la mía también. Vamos, te acompaño”

Y con eso ambas salieron de ahí tomadas de la mano, comenzando a caminar.

Quería saber más sobre la chica, quien ahora tenía un brazo enredado alrededor de uno de los suyos. Parecía alguien interesante, había algo en ella y no solo el hecho de que fuera extremadamente hermosa.

¿Estás en el campus? se animó a preguntarle.

Sí, estudio artes plásticas, ¿Qué hay de ti?

Derecho, aunque me gusta el arte. No soy capaz de dibujar un monito con palitos, pero me gusta verlo” respondió y ella se rio, consiguiendo que Valentina sonriera.

Seguro que no eres tan mala” le dijo.

La pelinegra parecía a punto de añadir algo más cuando su celular vibró, causando que lo sacara para poder mirar de qué se trataba.

Parece que mi amiga no llegará a casa esta noche, qué sorpresa... y por su sonrisa sarcástica podía adivinar que no era la primera vez.

¿Es tu compañera de departamento?

Síp, y... Aquí es donde vivimos” mientras le respondía señaló el edificio junto a ellas. Valentina lo miró y el silencio las envolvió por unos momentos.

¿Te gustaría pasar? esa belleza de ojos marrones le preguntó con algo más de timidez esta vez, sosteniéndose de su chaqueta.

La miró, nuevamente queriendo decir que sí, pero sabiendo que no era buena idea, que no sería justo para ella.

No... No debería, lo siento” y ante eso la pelinegra pareció bastante decepcionada, pero no la cuestionó, aceptó la respuesta con una débil sonrisa.

Si vas a dejarme al menos dime tu nombre, así sabré cómo llamarte la próxima vez que nos veamos” la morena se le acercó más, mucho más, sus cuerpos casi rosándose mientras ambas se perdían en sus miradas.

Solo si tú me dices el tuyo” Valentina respondió con una sonrisa traviesa, causando que la chica rodara los ojos, pero sonriera más. De repente se había vuelto un juego de niñas.

Al mismo tiempo” propuso la pelinegra y Valentina asintió.

Valentina

Juliana

Joder...

Joder...

Aquello no podía estar pasando, ¿O sí?

La realidad del encuentro las golpeó a ambas al mismo tiempo, dejándolas confundidas en un principio, pero pronto esa confusión se transformó en excitación.

No hay muchas personas con el nombre de Juliana por aquí” comentó, haciendo la pregunta silenciosa.

Ni tantas Valentinas tampoco” Y eso fue todo lo que necesitó. La sonrisa coqueta se extendió por sus labios y pronto los de Juliana la imitaron.

Realmente era ella, esto está pasando.

Juliana había terminado de acortar la distancia para besarla como si no hubiera un mañana, el dulce sabor de sus labios embriagando a Valentina, que le regresó el beso mientras sentía que su miembro cobraba vida dentro de sus pantalones.

Sus manos no tenían suficiente de la otra, y finalmente se animó a apretar aquel trasero. Entonces la morena se detuvo, alejándose un poco, pero presionando una mano gentil contra su entrepierna, lo que causó que soltara un pequeño e inesperado gemido.

Juliana la miraba a los ojos, ambas siendo conscientes del oscuro deseo que transmitían los de la otra.

Pasa no se trataba de una pregunta esta vez, era una exigencia teñida de desesperación.

Y en ese momento Valentina solo pudo asentir, sintiéndose segura frente a la chica que dos semanas atrás la había visto sin juzgarla.

Así que subieron las escaleras, en un enredo de brazos y labios.

𝗨𝗻 𝗽𝗼𝗰𝗼 𝗱𝗲 𝗮𝘆𝘂𝗱𝗮【+18】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora