Lucius Malfoy.

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Una semana había pasado. 

Liliana y Draco jugaban juntos todos los días, se la pasaban hablando por la mansión de muchas cosas. Juntos, jugaban a diversos juegos que inventaban, ignorando los regaños de Narcisa, como no correr por los pasillos, aunque después de eso, ella mostraba una sonrisa de satisfacción al verlos siendo buenos amigos.

Aunque en el fondo se sentía mal por Liliana, ella no era una sangre pura y cuando Lucius se recuperara, estaba la posibilidad de que prohibiera dicha amistad. Snape solo los observaba jugar, sabía que su hija necesitaba un amigo, pero, aun así, dudaba que alguien como Draco, fuera una buena influencia para ella.

Pero aun así no le decía nada, aún, hasta que comprobara que Draco no era alguien para bien.

Lucius Malfoy se estaba recuperando por completo. El hombre de cabello platino, camino por los pasillos con ayuda de su bastón, mientras que un elfo, temblaba a su lado. De pronto se escuchó la voz alegre de su hijo, junto a una voz parecida a la de una niña.

Entró lo mas de prisa que pudo y se encontró con una niña de pelo rojo que le llegaba hasta los hombros, junto a unos ojos verde avellana, mirándolo sorprendida junto a su hijo, quien solo sostenía un libro de astronomía. Se acercó en silencio, y ninguno de los dos infantes se percataron de su presencia y miró detenidamente la página, luego con su bastón empujó las piernas de Liliana, alejando cualquier contacto con su hijo.

— ¿Y usted, Señorita? — habló el Señor Malfoy lentamente. — ¿Quién es?

La niña se levantó de su asiento. 

— Soy Liliana Snape. — extendió su mano. — Me alegra mucho que se haya recuperado, Señor Malfoy.

— ¿Snape? 

Pregunto dudoso, no recordaba que su amigo tuviera una hija, solo sabía que estaba enamorado de Lili Evans, pero si la llamo de una forma tan similar era posible que lo fuera. 

— ¿Y quién es tu madre?

— Bueno... 

Liliana se empezó a incomodar ante su mirada.

— Draco, Lily, la cena está lista. — apareció Narcisa y sonrió. — Lucius ya estás mejor que ayer. — miro a la niña y entendió lo que sucedía. Enseguida se dirigió a su hijo. — Draco. ¿Por qué no te adelantas con Lily? Severus debe de estar esperándolos en la mesa.

— Sí madre. 

Draco tomó la mano de Liliana y se fueron. Lucius miró a su esposa estupefacto, luego de unos minutos hablaron.

— ¿Viste lo que hizo Draco? — pregunto un poco enojado e indignado. — Le tomo su mano, y-y... y hablaban juntos.

— Lucius, es la hija de los Potter. — susurró.

— ¿Los Potter?. — murmuró alerta. — ¿O sea que mi hijo está con esa niñata y no con el elegido?

— No, no está aquí. Snape me dijo que esa familia muggles no podía hacerse cargo de ella, así que se ofreció a cuidarla, pero no sabe la verdad. — le explicó en un susurró. — Ella piensa que Severus es su padre...

— Lo sé, se presentó como una Snape. Además, que son muy amistosos juntos y... — le miró con un semblante serio — ¿No son amigos o sí?

— Sí, son amigos. — afirmó. — Y créeme que nuestro hijo es más feliz que cuando nosotros le comprábamos solo unos juguetes y lo dejábamos solo para que se entretuviera.

— Esto es maravilloso, mi hijo siendo amigo de una mestiza que no sabe de sus orígenes. — dijo el hombre, sarcástico.

— Ni se te ocurra meterte entre ellos. Aunque tenga en mente siempre la supremacía de sangre. Mi Draco es feliz y tú estás vivo gracias a los Snape.

La Guardiana De La Piedra Filosofal (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora