Cuando llegamos a la puerta del bar, volví a repetir mi ritual de relajación. Siempre me había servido de ayuda respirar un par de veces de forma profunda. Al fin y al cabo, no hay nadie que nos pueda controlar como lo hacemos nosotros mismos.
Loren abrió la puerta con decisión y yo me limité a seguirla.El bar era enorme y estaba repleto de lucecitas de colores en las que predominaba el azul, rojo y amarillo.
La mayoría de personas que estaban en el bar eran de la universidad porque casi todos llevaban la sudadera de universitarios.
Se oían carcajadas y algún que otro chillido.
Estaba ambientado con música moderna, y me pareció que los camareros se movían al ritmo de la canción.
Atravesamos todo el bar hasta llegar al final, donde había una mesa algo apartada de las demás. Estaba nerviosa.