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Era poco decir que su entorno se sentía extraño.

Todo le era tan ajeno, pero a la vez lo abrumaba por estar tan profundamente vinculado a él. Desde su origen hasta su actual situación, no había nada normal. Aunque eso era lógico, después de todo fue el último kkoma creado por el "Trazador Secreto", a pesar de que él era el Yoo Jonghyuk "original" y el responsable de iniciar los giros de regresión.

Recordaba claramente la vida que tuvo, cada mínimo detalle, pero ahora también era consciente de otras cosas que en su anterior vida no tuvo la necesidad de saber, cómo el conocimiento general de lo sucedido en cada regresión, el origen de los otros reyes de los dioses exteriores, los acontecimientos del turno 1864 y más. Pero lo que más lo impactó fue la verdad detrás del muro final y el funcionamiento del universo, que estaba estrechamente relacionado con su patrocinador, "El Rey demonio de la salvación" ...actualmente conocido como "El sueño más antiguo".

Enterarse que tardó una incontable cantidad de años para llegar hasta él le dejo un sabor muy amargo en la boca, y ser consciente del odio que múltiples regresiones le tenían a su patrocinador solo empeoró su malestar. Aunque él fue quien se condenó a ese infierno eterno a pesar de todas las advertencias que le dieron, terminó odiando a la solitaria e inocente estrella que velaba por él en la oscuridad.

Por eso, juró proteger a su pequeño patrocinador de todo lo que amenazara con causarle daño, aun si eso significaba ser enemigo del resto del mundo no le importaría. Era lo mínimo que podía hacer para compensarle los cuidados y la buena voluntad que le brindó en el pasado.

Mentalizado para las situaciones que podrían ocurrir y listo para actuar en cualquier momento fue que aceptó fácilmente el hecho que existían varias versiones de sí mismo (con una dominando sobre todas ellas), convivir con otras versiones sus compañeros de un giro de regresión lejano y lidiar con su restrictivo estado, pero había una cosa que nunca dejaría de molestarlo...

—¿Estás bien, Jonghyuk-ah? — preguntó el joven Kim Dokja, mientras acariciaba su mejilla con suavidad.

—Sí, no pasa nada— respondió a la vez que se acomodaba sobre la cabeza de su patrocinador.

...y eso era que "El sueño más antiguo" había olvidado por completo lo que vivieron juntos.

Su patrocinador recordaba los sucesos a partir de la segunda ronda hasta la 1863, aunque un poco borrosas, pero su mente estaba totalmente en blanco cuando se trataba de su turno.

—Lo siento mucho— susurró su patrocinador por enésima vez.

El chico era consciente del vacío en su memoria y como lo afectaba, por eso "El sueño más antiguo" pediría disculpas en cada oportunidad que tuviera. Ese gesto lo aliviaba, tal vez estaba siendo cruel con la constelación pero esas palabras le recordaban que aun olvidado era apreciado, aunque también lo hacían sentir mal.

—No tienes que. Yo soy quien lo lamenta — no podía negar los problemas que lo llevaron a su estado actual.

En realidad, aun con la compleja situación, estaba conforme.

Finalmente había conocido a su patrocinador y estaba a su lado; debido a su porte podía acompañarlo a donde fuera, charlaba con él cada que quisiera, podía tocarlo sin problemas y siempre tendría su atención. Las cosas eran buenas, aunque serían mejor si...

—Dokja, todo está bien ahora—

—Hey, solo gastas saliva en vano, mocoso—

—Pequeño calamar, deja de deprimirte por eso—

—Dokja-ya, no hay necesidad de que te preocupes más—

1864Donde viven las historias. Descúbrelo ahora