Cinco almas a un lado del paradero

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Cinco almas a un lado del paradero, con apariencia efervescente,  parecían indiferentes ante el inminente hecho de que la vida corre a su ritmo y no perdona. Entre carcajadas con hálito de alcohol,  se enajenaban de la muchedumbre atosigada e impaciente  –entre la cual mis pulmones intentaban respirar- que cubría toda la parada de bus. 

Preocupaciones y desencantos se vaciaban en sus botellas de cerveza y en sus pipas cargadas de psicodelia. Mientras tanto a su lado, por la autopista no cesaba el desfile de autos, buses, camiones, bocinas, hacinamiento, fatiga, frustración, cansancio, hastío. Y yo, de tanto contemplarlos, olvidé mi propósito inmediato; olvidé que estaba allí cumpliendo una tarea tan desagradablemente cotidiana, como lo es esperar el bus para irme a casa.

Entonces, pestañé. Y ante mí, efectivamente, había cinco almas a un lado del paradero. Pero esta vez, con apariencia somnolienta, parecían aterrados ante el inminente hecho de que la vida corre a su ritmo y no perdona. Entre carcajadas con hálito a miseria, buscaban la atención de la muchedumbre atosigada e impaciente de la parada de bus. Preocupaciones y desencantos llenaban sus botellas de cerveza y sus pipas de psicodelia. . . Sin embargo, algo no cambió; pues aún a su lado, por la autopista no cesaba el desfile de autos, buses, camiones, bocinas, hacinamiento, fatiga, frustración, cansancio, hastío.

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⏰ Última actualización: Mar 23, 2015 ⏰

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