Cuando Jack me dijo que había recibido correspondencia a mi nombre, jamás cruzó mi mente este tipo de correspondencia. Había corrido hacia la mesa donde me había indicado que la había dejado, imaginando mi reacción al ver la carta de aceptación a la universidad de Miami. Creo que hasta salté mientras corría como una loca.
Pero cuando vi aquél pequeño sobre a mi nombre fruncí el ceño, imaginando que era imposible que una carta de una universidad fuera tan pequeña. Fui directo a la parte posterior para ver quién la enviaba...
El amarillento papel estaba arrugado en las esquinas debido a mis manos sudorosas. Llevaba mas o menos cuarenta minutos girándola entre mis dedos, sin saber exactamente qué hacer con ella.
¿La abría o no lo hacía? ¿Qué perdería? ¿Qué ganaría? ¿Quería realmente saber qué decía?
Volví a leer la parte posterior de la carta por enésima vez, sólo para verificar una vez más si no había leído mal.
Charlotte Stevenson.
Ethan.
Mis ojos comenzaron a picar y la humedad de las lágrimas empapó mi rostro. ¿Por qué estaba llorando? ¡Oh, cierto! Han pasado catorce meses y medio desde la última vez que lo vi. ¿Por qué querría hablar conmigo después de tanto tiempo? Si no lo hizo antes, ¿por qué ahora? Y, si podía escribirme con tanta libertad, ¿por qué no antes?
Decidida a dejar de llorar, limpié mi rostro con la manga de mi suéter y lancé la carta dentro de mi armario, ocultándola justo en el fondo donde no pudiera volver a verla. Por lo menos hasta dentro de muchísimo tiempo.
No necesitaba nada de él ahora que había podido al fin comenzar de nuevo.
El despertador chilló a las seis de la mañana del día siguiente. Como ya era una rutina, salí de la cama y me desperecé, quitando todo signo de sueño de mi ser al estirar mi cuerpo. Luego me bañé con agua tibia y me vestí con un jean azul oscuro y una remera holgada que dejaba ver mi hombro izquierdo y, por ende, la tira transparente de mi sostén. Jack odiaba que use ese tipo de ropa, pero se acostumbró rápidamente debido al caluroso clima al que Miami nos sometía.
Preparé café para mí y para mi amigo mientras esperaba a que terminase de bañarse. Hoy sería un día agotador.
Jack, con toda su ingeniosa inventiva y mucha fuerza de voluntad, había puesto su propia peluquería. No era muy grande, pero sí lo suficientemente llamativa para que tanto mujeres grandes como jóvenes vayan. Y se ha vuelto muy famosa por el vecindario.
Mi amigo había asistido a varios cursos de peluquería desde que estábamos aquí y ciertamente le encantaba todo lo que tenga que ver con la belleza femenina y, bueno, también poner bellas a todas las muchachas que pueda. Tenía un don natural para hacer que todo parezca hermoso y hacer sentir bien a todos, incluso cuando todo esté horrible y te sientas como si un yunque haya golpeado y aplastado tu corazón.
Fue mi punto de apoyo desde que llegamos aquí, la única persona que realmente me entiende. Mi madre y Shanon pasaron inmediatamente a segundo plano desde que regresé. No quiero hablar con nadie, no me interesa hacer nuevos amigos ni comenzar actividades recreativas. Lo único que últimamente se me antoja hacer es dormir, comer dulces y mirar alguna serie televisiva que incluya mucho romance y drama. También esa es la razón de los 5 kilos que aumenté en el último año, aunque Jack siempre dice que me veo incluso más delgada. Y entonces él me ayudó. ¿Cómo? Obligándome a acompañarlo a la peluquería cada día para no quedarme sola en nuestro departamento. No trabajaba allí, porque le pedí que no me pagase absolutamente nada, pero sí me encargaba de la atención al cliente. A veces barría un poco, a veces iba al baño a llorar un rato.
De eso se trataba mi vida. Hasta ayer.
Cuando volví a mi habitación para buscar mi peine, el armario de madera oscura parecía más llamativo que de costumbre.
Utilizando toda mi fuerza de voluntad, ignoré aquél muy útil contenedor de ropa y seguí mi camino al baño.
-¿Nos vamos? -Jack me miraba desde el humbral de la puerta. Lucía incómodo. Deduje al instante que se trataba de pura y atormentada curiosidad. Por supuesto que él leyó el nombre del remitente de la carta.
- Si quieres podemos ir un poco más tarde, quizá tú quieras...
- Vamos -le enseñé mi más dulce y pomposa sonrisa e hice mi camino fuera del departamento.
En el camino Jack me comentaba sobre la salida que tenía planeada para ese sábado, planeando asistir a una fiesta en la casa de un tal Logan, quien había conocido hace algunos días cuando fue a hacerse una manicura...
Anulé los ruidos exteriores y me concentré en mis pisadas a lo largo de la calzada. Observaba las piedras, los pequeños rosales que habían por aquí y por allá a lo largo de la vereda. Canteros, árboles, y distintas plantas hermosas decoraban el lugar. Adoraba el vecindario donde vivíamos, era tranquilo y muy limpio.
- ¿Estás escuchándome, Charlie?
- ¿Eh? -observé a mi amigo por unos segundos, completamente avergonzada por haberlo ignorado durante casi diez minutos.
- Nada, cariño -murmuró Jack, rodando los ojos. No mostró enfado, pero yo sabía que le había molestado mi gesto.
- Lo siento -dije de inmediato.
- No importa, no era muy importante -por supuesto que era importante. Lo decía con absolutamente todo su ser, el gesto que había adoptado y hasta como transformó su forma de caminar: estaba enfadado.
- Hey! Lo siento, Jack, me distraje. ¿Qué decías?
- ¿Qué decía esa carta que estás así?
- ¿Así cómo? -salté a la defensiva de inmediato. No estaba de ninguna forma, ¿a qué se refería?
- Vamos, Charlie... ¿Qué decía?
- No la he leído... -susurré.
- ¿De verdad? -su gesto fue de completa sorpresa, no podía creerlo-. ¿Ni siquiera un poco de curiosidad?
- No seas tonto, por supuesto que sí -me adelante, apresurando mi paso. No quería hablar de esto.
- ¿Entonces?-por supuesto que con sus piernas largas -mucho más largas que las mías- no tardó en alcanzarme sin tener que agilizar su paso mucho más.
- Prefiero no hablar de eso -lo corté.
Cerró la boca y no insistió. Gracias a Dios, sólo nos restaron dos cuadras hasta llegar a la peluquería y comenzar a trabajar. Finalmente, una verdadera distracción.
-Irás conmigo a esa fiesta.
Observé a mi amigo desde el sofá. Ya estaba lista para comenzar mi propia fiesta junto a mi oso de felpa que me había obsequiado mamá a los doce años, mi vestimenta ideal para la ocasión: mi pijama, y mi apreciada comida chatarra.
Por supuesto que NO iría a esa fiesta. Y así fue.
La amenaza de mi amigo no fue lo suficientemente amenazante. Ni esa, ni las que vinieron después o estuvieron antes. Simplemente no se me antojaba salir, ni conocer gente, ni nada. Sólo quería quedarme así. Tranquila y serena en mi departamento, donde nadie podía herirme o molestarme. Era mi burbuja perfecta y pretendía que dure el tiempo que deba durar.
Priiiiiimer capítulo de la segunda parte de Painful Memories *-*
Hola gente lindaaa <3 Los he extrañado mucho, y también he extrañado muchisimo escribir y leer. Así que, ¡aquí estamos otra vez! :')
Bieeen, como siempre, comenten qué les pareció, qué creen que pasará, que opinan, qijdaosmdpaosidma comenten *-* Quiero leerlos jajaja
Besos! Nos leeremos pronto, lo prometo!
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Forgetting (Saga Deep #2)
Romance"Me pediste que jamás te olvide, pero... no puedo seguir recordándote" Segunda parte de Painful Memories.