Sortear los contingentes del Dominio en la ciudad fue difícil, si bien es cierto que el caos del combate fue beneficioso en un principio, las explosiones y el fuego cruzado no perdonaban a nadie, perdimos a algunos de nuestros escoltas solo por eso más que ataques directos, pero al final lo conseguimos, gracias a una contraofensiva rebelde (Que no era más que una turba de pobres diablos cargando hacia su evidente final) eludimos a las patrullas que vigilaban el paso hacía nuestro destino, las inmediaciones del bosque de Zalnarys.
Al principio creí que las grandes bestias que habitan allí mantendrían a los soldados del Dominio a raya, supongo que el ruido de los cañones y la gran cantidad de tropas desplegadas allí fueron suficientes para disuadir hasta a la más agresiva de las criaturas, no le temen a los humanos, pero tampoco son tontas, no se lanzaran a la carga sin más, a menos que realmente se vean obligadas a hacerlo, ya empezaron a disparar los primeros cañones, pero la mayoría aún están haciendo ajustes, quizás en cuanto silenciemos el coro de artillería la fauna comience a reaccionar, esperemos que funcione.
Rodeamos el emplazamiento de artillería evitando a la guarnición asignada a protegerlos, los árboles y la escasez de luz juegan a nuestro favor, el aire se siente húmedo y fresco, como todo bosque debe ser, el olor a pólvora se intensifica poco a poco, impregnándose con la humedad de las hojas de los árboles, los disparos iluminan la arboleda en pequeños intervalos antes de que los artilleros reinicien el proceso de recarga, debemos darnos prisa, a este paso esa horrorosa cacofonía me dejará sorda.
Llegamos hasta los límites de un claro artificial, talado por los propios soldados y fuertemente custodiado, no obstante, la mayoría de los guardias no parecen preocupados ante un inminente ataque que no venga de parte de la fauna local, se encuentran tan inmersos disparándole a todo lo que se mueva fuera del bosque, ignorantes de lo que está a punto de echárseles encima.
Los interceptores grises preparan las granadas de humo, yo también traigo las mías, pero son de uso personal, no me generará un muro de humo denso que cubra todos nuestros aliados, pero con suerte aturdirá a más de un indeseable que pretenda acercarse a mí, el líder de la Guardia Gris da la señal, cubro mi nariz y mi boca con una bandana oscura especial para esta ocasión, respiró hondo, y se desata el caos.
Las granadas de humo hacen su trabajo y nos permite cargar hacia ellos con más ahínco, la Guardia Gris embiste a la desprevenida escolta del Dominio bayonetas al frente mientras que los gemelos, yo y algunos rebeldes más intrépidos asaltamos a la dotación de los cañones, arrojamos dinamita de mecha larga entre las municiones que aún permanecían apiladas entre sí, basta con una sola carga explote para provocar una reacción en cadena, la mayoría lo consigue y salen de ahí a toda prisa, la guardia gris entretiene al Dominio en lo que el resto abandonamos el lugar, la idea era entrar y salir antes de que las cosas se pusieran feas, los Interceptores Grises cubren nuestra retirada disparando detrás de los árboles, teníamos el elemento sorpresa de nuestro lado... Y lo eché a perder.
En medio de la humareda sentí un súbito tirón que me agarró firmemente desde el cuello de la gabardina, era más fuerte que yo, tanto así que consiguió tirarme violentamente hacia atrás hasta que termine rodando por el suelo, el humo era denso pero aun así pude ver a mi agresor con cierta claridad, los destellos de los cañones ayudaron con eso, el uniforme era completamente distinto al de los oficiales del Dominio, si bien el patrón de colores era el mismo la gorra de plato era un nuevo añadido, además de una hombrera izquierda de cuero reforzado de color rojo y con el símbolo del Dominio pintado de negro en ella, se trataba del comisario al mando de la dotación de artilleros, estoy en problemas.
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El Lamento de los Héroes
Ciencia FicciónUn héroe yace tendido en el suelo a punto de exhalar su último aliento, frente a él su archienemigo saborea su victoria y se deleita con el sufrimiento de su rival. Antes de morir, nuestro héroe vera pasar su vida frente a sus ojos de principio a fi...