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La mañana siguiente a su encuentro con el misterioso hombre que suponía la había salvado hace meses, se despertó con unas pequeñas ojeras tras darle vueltas al asunto. Pero no debía de darle vueltas a asuntos sin importancia — o eso es lo que le había dicho su psicóloga — y ahora tenía que entrenar con Shoto, ya que no quería hacerlo con Endeavor.
Bueno, tampoco es como si el héroe tuviera el día libre para entrenarlo, pero Elaine sabía cómo trabajaba y de seguro ayudaría a Shoto al principio.
Shoto a diferencia de Elaine, sabía cómo expulsar sus llamas pero no manejar la dirección o temperatura. Por lo que su hermana había decidido comenzar con un entrenamiento similar al que tuvo ella de niña, algo sencillo.
— Vamos, Shoto. — sonrió, dejando un par de velas frente al menor. — Esto parece una broma pero es la forma más fácil de aprender a controlar la temperatura de las llamas.
— No entiendo. — murmuró, rascando su cuello.
— Sólo tienes que encenderlas, evitando que tus llamas las consuman. — explicó de forma simple, poniéndose de cuclillas. — Tus manos al frente y listo.
Las velas se encendieron rápidamente frente a la atenta mirada del medio albino, las llamas permanecieron así, flotando frente a ambos hasta que se apagaron con un chasquido de dedos de la mayor.
— Cuando era pequeña no podía hacerlo, derretí muchas velas y estuve varias horas intentando. — narró, recordando la ayuda que recibió de Touya. — El mejor consejo que te puedo dar es: piensa en el fuego como si fuera sangre, es algo que fluye por tu cuerpo.
— Vale, lo intentaré.
Elaine se apoyó en uno de los pilares de la sala de entrenamiento, en realidad había más de una dentro del gran edifico que era la agencia. Esperaba que Shoto fuese más hábil que ella y lograra su cometido en poco tiempo, porque el mal no espera a que los héroes estén listos, no tenían tiempo.
