¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La discusión que había tenido con Kaede ese día en el cementerio había puesto fin a su amistad con ella, al parecer, la albina tampoco se acercaba a Elaine y lo agradecía. Porque no podía evitar sentirse incómoda a su lado después de todo lo que le había confesado.
Esa tarde, se quedó hasta entrada la noche hablando con el chico del cementerio y en ningún momento habían dejado de tomarse las manos. Fue extraño al principio pero su cuerpo se acostumbró de inmediato a su presencia y llegó a olvidar que estaba junto a él muchas veces. La última vez que lo había visto, la dejó en el paradero del autobús, despidiéndose con una seña.
-Gracias. - volvió a decir por tercera vez esa tarde, haciendo reír al más bajo. - Ya, no te rías.
-Dejaré de hacerlo cuando tú dejes de agradecerme. - suspiró, desviando su mirada. - Lo importante es que estás bien.
Su intención era decirlo en voz baja, pero Sunshine terminó escuchando a la perfección sus palabras, coloreando sus mejillas en un santiamén.
-No llores mucho en mi ausencia. - bromeó, arreglando un mechón de su cabello. - No podré estar ahí para tenderte los pañuelos.
-Oh, ¿Significa que no te veré en un tiempo?
-Probablemente. - se encoje de hombros. - Los adultos tienen que trabajar.
Elaine entrecerró los ojos, le había dicho adolescente de forma indirecta. Pero al menos tenía un dato sobre él: debía de ser mayor de 21 años si se hacía llamar a sí mismo adulto, porque la mayoría de edad era esa.
Al haber finalizado los exámenes finales, sólo era cuestión de tiempo para que terminaran el primer semestre, por lo que sus clases ahora eran relajadas y no hacían mucho. Se podría decir que tenían tiempo libre - un poco - para descansar de sus obligaciones y deberes de héroe.
La entrega de sus exámenes era esa semana, estaba algo nerviosa porque no quería bajar su rendimiento, no quería decepcionar a nadie. Normalmente entregaban los resultados de forma inmediata, todos en una sola plana donde se mostraba el puntaje obtenido.
Cuando la mano de Midnight le hizo entrega de su ficha, miró el techo como si le estuviera pidiendo ayuda a los de arriba. Soltó un suspiro y rápidamente dio vuelta la hoja, encontrándose con un 97 marcado en rojo: Había obtenido una excelente calificación. Claro que ese era el promedio que obtuvo, se sumaban sus resultados en las distintas pruebas y se dividía por el número de las mismas.
